Pocas horas antes de ir a la cama, el trabajo aún ocupa la mayor parte de los pensamientos. Media hora antes de poner la cabeza en la almohada, a veces la cena ni siquiera ha terminado. Y pocos segundos antes de cerrar los ojos, una red social bombardea con contenidos informativos hasta bailes animados. ¿El resultado? El cerebro no desacelera y el sueño tarda, y mucho, en aparecer.
La Asociación Brasileña del Sueño (ABS) estima que dos de cada tres personas en el país tienen alguna dificultad relacionada con la hora de dormir. Datos del Episono, una investigación realizada en San Pablo por el Instituto del Sueño, revelan una prevalencia del 15% de diagnóstico formal de insomnio crónico, cuando las quejas ocurren al menos tres veces a la semana y persisten durante al menos tres meses.
Las cifras son similares a las de otros estudios, como en Estados Unidos, donde el diagnóstico afecta al 14,5% de los adultos, según la última edición de la Encuesta Nacional de Salud estadounidense. Pero al final, ¿cuáles son las causas del insomnio? ¿Y cómo tratar el problema que afecta a cada vez más personas?
Causas del insomnio
“Sabemos hoy que existen marcadores genéticos que pueden aumentar el riesgo de insomnio. Pero no son suficientes para causar insomnio por sí solos. La cuestión comportamental, de estilo de vida, tiene una interferencia muy fuerte. Y el insomnio puede ocurrir puramente por hábitos, comportamientos que afectan el sueño, así como ser impedido por su cambio”, dice la investigadora del Instituto del Sueño y doctora en Ciencias por la Universidad Federal de São Paulo (Unifesp), Luciana Palombini.
El neurocientífico especialista en sueño y profesor del departamento de Fisiología de la Universidad Federal de Rio Grande do Norte (UFRN), John Fontenele, explica cuáles son esos mecanismos biológicos que pueden llevar a una mayor predisposición o no al insomnio.
“Cuando miramos el ciclo sueño y vigilia, es como si fuera un balancín, en cada momento un grupo de neuronas actúa. Entonces puedo tener una alteración neurobiológica que interfiera en este proceso, o una hiperactivación del sistema que nos mantiene en vigilia o un debilitamiento del que induce al sueño. Entonces genéticamente existen condiciones que interfieren en la facilidad para desarrollar insomnio”, afirma.
Factores ambientales y emocionales
Incluso en casos de predisposición, son los factores ambientales y emocionales los que importan, ya que son los que desencadenan el diagnóstico.
Fontenele resume: “Existe solo una enfermedad que conocemos que de hecho lleva sola al insomnio, la insomnio familiar fatal. Pero son casos muy raros, con poquísimas descripciones en la literatura. En general, lo que ocurre es el resultado de esos hábitos, que puede o no ser influenciado por la tendencia genética”.
Además, aunque no se sabe si esta predisposición al insomnio crónico puede ser transmitida genéticamente de los padres a los hijos biológicos, Palombini explica que hay una influencia del historial familiar.
“Lo que ocurre con la tendencia familiar es que no necesita ser genética. A veces son hábitos familiares, el niño crece en un ambiente de ritmo de sueño que ya está desordenado, entonces desarrolla un comportamiento similar. Entonces existe esta relación, pero no sabemos si es genética o no”.
Tratamiento del insomnio
Fontenele dice que este es uno de los riesgos de tratar la dificultad para dormir solo con medicamentos, el paciente puede enmascarar lo que en realidad es un síntoma de un problema más profundo: “Si trato de una forma desde medicinas, sin mirar estos otros aspectos, no recibirá su diagnóstico y tratamiento adecuados”.
Los especialistas cuentan que la primera línea de tratamiento del insomnio crónico hoy es la terapia cognitivo-conductual para insomnio (TCC-I). Esta modalidad terapéutica comenzó a ser un consenso entre las sociedades científicas hace unos 10 años, aunque el acceso todavía sea un obstáculo.
“Es un tratamiento psicológico breve enfocado en el insomnio que hace que la persona reaprenda a dormir. Desmitifica concepciones erróneas sobre el sueño y aborda lo que está causando esa dificultad en primer lugar. El problema es que no está disponible para todos. Ya existe la opción de hacerlo en línea, algunos aplicativos que ofrecen este servicio, pero suele estar más presente en los servicios de referencia”, dice Hasan.
Ella cita aún la importancia de una rutina para recuperar el sueño adecuado: “Eso no quiere decir dormir de 22 a 6 horas siempre. Si puedes despertarte a las 9, y eso es lo que te hace bien, no hay problema. A veces tampoco es necesario ocho horas al día, para algunas personas siete son suficientes. Es normal despertarse un poco en medio de la noche. Cada cuerpo tiene su ritmo, lo importante es que la persona conozca el suyo y lo siga”.
Los medicamentos son reservados para situaciones específicas y usados de forma temporal, por un máximo de cuatro semanas, siempre asociados a cambios de comportamiento.
“Un paciente que perdió a su padre y no está consiguiendo dormir, pasó por una cirugía, son casos específicos. Ahí indicamos el medicamento, temporalmente, para evitar que ese insomnio momentáneo se transforme en insomnio crónico”, dice Fontenele.