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Opinión

Un vueltiao para la gobernanza, la paz y la reconciliación

Al noveno mes de su mandato, creo que el principal logro de Orlando Benítez Mora ha sido recuperar la confianza ciudadana en una institución severamente desgastada por tantos escándalos de corrupción y muerte que la sacudieron en el pasado reciente.

Una crisis que incluso, casi nos conduce a perder nuestra identidad al imponernos, como en las peores épocas del neocolonialismo, una gobernadora importada del interior del país, que no sólo desconocía nuestra idiosincrasia, nuestro territorio y nuestros problemas, sino que definitivamente no le importaban.

La gobernación estuvo ausente, lejana del ciudadano, indiferente a sus realidades y anhelos, tanto así, que ni siquiera el himno de Córdoba se cantaba en los eventos cívicos y solemnes que se realizaban en nuestra geografía.

Al campesino, al joven, a la ama de casa, le era indiferente lo que pasaba en el vetusto ‘Palacio de Naín’.

Pero eso comenzó a cambiar desde que Benítez llegó al gobierno, usando su emblemático sombrero fino vueltiao zenú, un simple gesto que, de golpe, comenzó a reivindicar a un pueblo, una cultura, un sentimiento colectivo.

Ese sombrero, en cabeza del primer mandatario cordobés a cada instante, en todo lugar, es sin duda, una forma de dignificar, no sólo al que lo teje, con sus manos diestras, sino al campesino, al labrador sudoroso de la tierra a quien le debemos los alimentos que a diario llegan a nuestras mesas.

Orlando Benítez, ha asumido la tarea de reconstruir el tejido social con firmeza, pero con su característica humildad, hablando con franqueza y devolviendo de a fragmentos, la resquebrajada esperanza en los territorios.

Gracias a ese sombrero andante, la gente ha vuelto a sentir a la gobernación, no como la entidad abstracta e inútil del pasado reciente, sino como el lugar que le pertenece, que le ayuda y sobre todo que le escucha.

Se le ha visto en todas partes. En Montería, al lado del alcalde capitalino, Carlos Ordosgoitia, enfrentando la crisis más grande de los últimos tiempos debido a la pandemia por el coronavirus, pero igualmente recorre la zona costera, el alto Sinú, el San Jorge, la sabana y el bajo Sinú.

Visita el corredor indígena y luego llega a Puerto Libertador y San José de Uré a sancionar, por primera vez en la historia de Córdoba, una ordenanza que establece una política pública de derechos humanos.

Crea el FESPU, Fondo de Educación Superior para el Pueblo, a través del cual, miles de jóvenes tendrán subsidio a su matrícula, un paso trascendental en la lucha contra la exclusión social y la pobreza.

Córdoba, el epicentro de los duros escándalos de ayer, se muestra hoy de una manera diferente, la confianza del gobierno nacional hacía sus dirigentes, poco a poco comienza a reconstruirse y ello se evidencia, con la elección de Benítez en la presidencia del pacto del golfo de Morrosquillo, una iniciativa que permitirá inversiones cercanas al billón de pesos en esta zona que integra a los departamentos de Sucre y Córdoba.

La paz no es un discurso vacío, ha repetido hasta el cansancio el gobernador de los cordobeses, debe traducirse en acciones concretas que permitan rescatar jóvenes de la guerra y la delincuencia, que disminuyan de manera significativa la pobreza y sus trampas y ha reiterado la invitación al gobierno nacional y a los municipios, para que concurran en apuestas comunes que causen un verdadero impacto en la población.

A Orlando Benítez Mora, como a todos los gobernantes del mundo, le ha tocado bailar con la más fea, debido a la pandemia, le ha tocado hacer más con menos, pero se le nota su deseo ferviente de consolidar las bases para el avance de este martirizado departamento y eso, es de entrada, una gran noticia, un motivo de esperanza.

Ojalá y el virus nos deje quietos, que esto pase rápido, para que veamos materializar todos esos proyectos y planes que tiene en mente el gobernador de Córdoba, porque como lo ha dicho él en diversas ocasiones, de lo que se trata, es de escribir un nuevo capítulo en nuestra historia.

Que el Dios de la justicia, la paz y el discernimiento lo sigan llevando de la mano por este pedregoso y duro camino de gobernar.


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