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Plinio D’Paola Cuello: Más Allá de la Política, Un Líder de Acción y Compromiso.

Por: Jairo Aníbal Doria

La reciente pérdida de Plinio D’Paola Cuello nos deja a todos y deja, especialmente a las nuevas generaciones de líderes cordobeses, un desafío y una lección.

Era el año 2009 y la vida me llevó a conocer de cerca al jefe, al padre, al amigo, al político y al líder orientador que fue Plinio D’Paola.

Siempre he pensado que un líder, al estar en permanente actitud competitiva consigo, su entorno y el medio en el que se desenvuelve, debe ser estricto, rígido e impaciente. Cualidades que generan amores y odios.

Plinio, fue ingeniero civil de la Universidad de Cartagena. Sorprendía la agilidad con la que esbozaba un presupuesto de obra o evaluaba el avance de ellas. Con lápiz y papel. Haciendo cálculos mentales con una técnica y precisión únicas.

En el estudio de su casa tenía una efigie del gran Cassius Clay, que al tocarla, emitía las famosas frases del campeón “soy el mejor, soy el más fuerte”. Un día le pregunté el por qué de la pequeña estatua. Me dijo: “yo soy amante del boxeo, si no me meto en la política, seguramente hubiera sido un campeón mundial de boxeo”.

Plinio construyó un legado que trascendió las fronteras políticas y sociales de Ciénaga de Oro y de Córdoba.

Su historia, desde sus humildes comienzos como un joven soñador, fundador y Presidente del Club de Leones que llega a ser uno de los senadores más jóvenes del país o, cuando luego de apoyar a la mayoría de alcaldes de su municipio, con algo de obstinación él mismo aspira y llega a serlo, es una prueba de que el trabajo arduo y la determinación pueden abrir caminos.

Plinio D’Paola no solo fue un político, sino un gestor incansable de obras y proyectos que impactaron significativamente en su localidad y en el departamento.

Un artículo de El Heraldo en 2011, cuando lo separan de su cargo de alcalde por aquello de “la política”, dice textualmente: “Como mencionaba el nativo de Ciénaga, Guillermo Gloria, El 95 % del pavimento que tiene hoy en día el municipio ha sido gestión de la persona que acaban de sancionar. Sus logros son innegables, y su compromiso con el desarrollo de su pueblo es digno de admiración”

Sin embargo, su historia también refleja una verdad universal: la misma comunidad que lo recibió con aplausos en algún momento, también se convirtió en dura crítica.

Diría mi padre, “Así es la gente, y la gente somos todos”. En ocasiones, la envidia y el desconocimiento son mordaces y pueden oscurecer la labor de aquellos que trabajan incansablemente por el bienestar de su pueblo.

Me atrevo a afirmar que ni Ciénaga de Oro, ni Córdoba, dimensionan lo que representó el hijo que acaban de perder.

Plinio D’Paola fue más que un líder político; fue un mentor, un visionario, y un defensor de la educación como la herramienta más poderosa para la movilidad y el crecimiento intelectual y social.

Su olfato político y su lealtad a sus candidatos, independientemente del resultado, eran ejemplos de su compromiso con su “marca persona” y sus ideales.

Quiso ver a su pueblo convertido en un referente de progreso y desarrollo. Hizo lo que pudo y lo que le permitió “el sistema”. El siempre ingrato sistema.

Ahora, tras su partida, nos corresponde evaluar y reflexionar entorno a su legado.

Debemos recordar que, como ciudadanos, somos parte de la solución.

Plinio D’Paola nos deja a quienes aspiramos a construir escenarios de más y mejores oportunidades para todos, un desafío y una lección.

Su historia nos inspira a actuar con base en nuestro compromiso con la comunidad que amamos.

Soñó con construir el camino hacia un Ciénaga de Oro y un Departamento prósperos y en constante crecimiento.

Descanse en paz, Plinio.

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