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Puerto Escondido: “El lugar donde Dios se detuvo por más tiempo”

Por: Francisco Martínez Ferreira

Puerto Escondido es un rincón encantado del caribe cordobés. Kilómetros antes de llegar al pueblo se divisa el azul profundo de su océano, que aparece y desaparece entre el verdor de sus cerros y el contoneo interminable de sus palmeras.

Dista unos 50 minutos de la capital del departamento, por una carretera en buen estado. Vale la pena ir a poca velocidad para disfrutar del paisaje maravilloso que se extiende durante todo el recorrido.

Una explanada de verdes praderas, interrumpida a veces por ranchos hechos en tabla y palma, que nos devuelven a un ayer inolvidable y feliz. 

Sobre las razones de su nombre se sabe poco, pero la historia cuenta que en el año de 1854 los hermanos Casimiro, Máximo, José Blas y Nicomedes Díaz, llegaron procedentes de Barú y se establecieron en el sitio que hoy se conoce con el nombre de Puerto Escondido Viejo.

Otra familia de apellido Barrios, también de la isla de Barú, cerca de Cartagena, atraída por los relatos que llevaban los marineros, sobre la fertilidad de estas tierras y de la bondad de sus moradores, se vino a instalar en estos lugares. (Tomado de Wikipedia). 

Puerto Escondido no es un palenque, pero bien podría calificar para ello. Por sus calles palpita el sonido de los tambores, como verdaderas hordas en la búsqueda interminable de la libertad.

Xiomara Marrugo, gestora cultural de Puerto Escondido, me contaba con los ojos extraordinariamente abiertos por la emoción, que el bullerengue era, ante todo, un grito de rebeldía, una oda a la alegría, un gesto de gratitud al universo.

Por sus calles gravita la esencia negra, la herencia ancestral que define a sus lugareños, la que defienden con orgullo, la que los ha forjado como una cultura con raíces que se transmiten de generación en generación. 

El Festival Nacional del Bullerengue, que tiene por sede a Puerto Escondido y que se realiza a mitad de año, es quizá el evento identitario más importante del departamento de Córdoba y del Caribe colombiano.

El bullerengue tiene una fuerza tan profunda en el raizal, que es capaz de reunir a varias generaciones en un mismo canto. Desde el bisabuelo, hasta el bisnieto, montados en tarima, tocando, cantando, haciendo palmas o simplemente danzando, en un ritual que casi raya en el delirio. 

Luego de cruzar el barrio “El Planchón”, puedes virar hacia la izquierda, sino quieres atravesar el pueblo, para llegar a las playas de “El Hoyito”, un punto de inflexión que te hará tomar una bocanada de aire fresco. La singularidad y espesura del follaje que rodea estas playas, la convierten en un sitio ideal para los que quieren disfrutar tranquilamente de los beneficios de la playa, la brisa y el mar. Ahí está construido un muelle turístico que puedes caminar tranquilamente, mirar el horizonte y su belleza penetrante. No puedes irte, sin sacarte una foto, es un lindo lugar para dejar un recuerdo de por vida.

También existe una interesante oferta de hospedaje y una variada y rica gastronomía a precios accesibles. 

Por estos tiempos de verano, no puedes ir a Puerto Escondido sin darte una pasadita por “La Boca”, visitado por propios y extraños, donde el río Canalete se encuentra con el mar caribe formando un estuario que transforma atardeceres en momentos únicos.

Un baño en sus aguas, pernoctar en sus arenas blanquísimas, aprovechando la arboleda que lo rodea, sin dudarlo, un plan maravilloso que bien vale la pena experimentar y disfrutar. 

Yendo más allá, encuentras Puerto Amor, abarrotado de lanchas, atarrayas e historias que el mar se traga y devuelve con cada ola.

El nombre supone el punto de encuentros idílicos que forjaron muchas historias románticas. 

Al avanzar, encontrarás unas playas cubiertas de belleza, con aguas cálidas y gente que te sonríe y saluda con cordialidad y cariño.

Puedes hacer una “parada técnica” donde “Chócoro” para que degustes el mejor sancocho de pescado o un delicioso fricaché de toyo, que con una sencillez de corazón, pero con una sazón exquisita te preparan para que des rienda suelta a tu paladar. 

Al avanzar te toparás con la estatua más pequeña del libertador Simón Bolívar conocida hasta ahora.

Los lugareños le dicen “El Bolivita”, para significar la singularidad de su tamaño. 

Puerto Escondido está lleno de lugares fantásticos como la Isla Tortuguilla, distante unos 30 minutos en lancha. Un sitio fenomenal, con aguas cristalinas y tranquilas.

Te recomiendo también visitar “Cristo Rey” o “Yuca”, donde descubrirás un paraje natural con playas vírgenes y unas puestas de sol capaces de llevarte al éxtasis y de devolverte esa paz y esa tranquilidad que muchas veces se pierde en los afanes propios de las urbes y el trabajo. 

Sergio Salas, un gran amigo de Puerto Escondido, profundamente enamorado de su tierra, me dijo hace años que en este lugar “Dios se detuvo por más tiempo” y por eso la hermosura de su paisaje y el hecho cierto de que todo el que a ella llega, no quiere devolverse.

A mí, particularmente, me encanta Puerto Escondido, su alma bullanguera, la picardía y sagacidad de sus gentes, su disposición permanente para fraternizar y crear lazos de amistad y cariño.

Definitivamente ir a Puerto Escondido ¡es otra historia!

Fotos: Google y MIL Puerto

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