Colombia es un país que ha demostrado una robustez económica envidiable por los demás países latinoamericanos, ha soportado por miles de años el desgreño administrativo y todo tipo de corruptelas alrededor de su presupuesto y aún así a logrado sortear diversas crisis.
Cualquier empresa pública o privada está llamada a ser auto sostenible, es un modelo económico de miles de años y para ello se crearon conceptos como activos pasivos y patrimonio es una ecuación básica y no tan compleja de entender.
Los activos están definidos contablemente como los bienes, derechos y otros recursos de los que dispone una empresa.
Los pasivos están compuestos por la financiación de las empresas y las obligaciones de pago contraídas con terceros, y por último el patrimonio está formado por un conjunto de bienes, derechos y obligaciones pertenecientes a una persona física o jurídica en un momento dado, y que constituyen los medios económicos y financieros a través de los cuales se cumplen sus fines.
Así las cosas queda claro la importancia de que una empresa tenga la mayor cantidad de activos posibles en el entendido de que no solo tendría liquidez, sino que también puede responder ante cualquier eventualidad, por eso no se entiende por qué el país ha entrado en una dinámica que pareciera política de estado de la venta de lo poco que le queda.
El Ministerio de Hacienda reveló, en un informe que Colombia, en toda su historia, ha transferido 18 empresas al sector privado, y en seis de esos casos ha cedido participación de su propiedad accionaria, en dos ocasiones, disminuyendo obviamente el patrimonio de la nación.
De acuerdo con la Ley 226 de 1995, la plata de la venta entra a presupuestos destinados a cumplir planes de desarrollo o a fondos parafiscales.
Sin embargo, los puentes se siguen cayendo se reduce cada vez más el presupuesto para la inversión pública, lo que evidencia que los recursos no cumplen con la finalidad objeto de la venta.
Hace ya muchos años también se contempló la enajenación de activos como una opción para sanear las finanzas públicas, es decir, vendiendo tapamos unos huecos cada vez más grandes, al tiempo, que nos quedamos sin activos y patrimonios de acuerdo a la ecuación contable primaria ( activo-pasivo = patrimonio ).
No nos quedan si no pasivos, a la venta de estas empresas se les ha endilgado el argumento pobre y débil de que “no generan utilidades” y que no son financieramente viables, pero nunca han hecho juicios a quienes fueron sus gerentes teniendo, como principio, que una empresa no se maneja sola, son las decisiones humanas las que rigen su éxito o fracaso.
Colocaron almas en ellas completamente alejadas del concepto primario de administrar, en lugar a ello prefirieron y prefieren una salida fácil: la venta.
Increíblemente la empresa, por lo general a quienes compran, se vuelve productiva demostrando que no era la empresa, era quien la dirigía.
La venta de activos le hace un daño terrible a la economía del país en el entendido de que no somos financieramente capaces de responder por deudas y ello obliga a reformas tributarias que se traducen en más impuestos porque, entre otras cosas, es la única función de estado que se está cumpliendo las demás todas son designadas a “operadores”.
Como quien dice recogemos el dinero para pagarles y nos quedamos con el vuelto y es este tipo de prácticas las que hacen que el Estado pierda el preciado concepto de institucionalidad al que tanto respeto le piden, en estos momentos de crisis.
Vender lo poco que tenemos sería empeñar el futuro económico del país. Es una irresponsabilidad social con consecuencias nefastas tanto como la propuesta de elevar el número de congresistas, justamente en el tiempo en donde por cuenta de la pandemia se pide reactivación económica.
Ya debieron habernos expuesto a todos los colombianos la necesidad, oportunidad, viabilidad y sobre todo los costos económicos de semejante abominación que galopa rampante su curso hacia su aprobación en el seno del Congreso.
Si lo que se está buscando es la disminución de huecos fiscales nadie entendería tal propuesta más cuando esa es la razón de fundamento para la venta de activos estatales, así las cosas se necesitan hacer propuestas que vallan en la dirección de constreñir el gasto público minimizar la adquisición de pasivos y elevar nuestro patrimonio, eso y solo eso nos garantiza una economía así como quieren la paz “larga y duradera”.
Decían los abuelos “el que regala lo que tiene a pedir se queda” y haciendo un parangón con respecto de la situación económica y los embelecos de venta e ideas desproporcionadamente económicas, bien podría decirse “el que vende lo que tiene a pedir se queda”.
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