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Camilla y ambulancia

Crónica de un desastre anunciado

Para el año 1981 el Nobel colombiano Gabriel García Márquez, a quien por cierto una senadora en uso ‘cabal’ de sus pocas facultades mentales expresó que, por cuenta de su muerte, el infierno estaría de fiesta, para ese 1981 se expondría al público su obra literaria que lleva por título ‘Crónica de una muerte anunciada’.

La obra cuenta la fatídica historia de un matrimonio en un municipio de Sucre, entre Bayardo San Román, un hombre rico y recién llegado, y Ángela Vicario. Al celebrar su boda, los recién casados se van a su nueva casa, y allí Bayardo descubre que su esposa no es virgen.

Inmediatamente, Bayardo devuelve a Ángela Vicario a la casa de sus padres donde es golpeada por su madre e interrogada por sus hermanos, Ángela culpará a Santiago Nasar, un vecino del pueblo.

Los hermanos Vicario –Pedro y Pablo–, obligados por la defensa del honor familiar, anuncian a la mayoría del pueblo que matarían a Santiago Nasar. Este no se entera, sino minutos antes de morir.

Los hermanos matan a cuchillazos a Santiago, después de pensarlo en varias ocasiones, en la puerta de su casa, a la vista de la gente que no hizo o no pudo hacer nada para evitarlo. Pasados 27 años, el amigo de Santiago (el narrador) reconstruye los hechos, de los que él fue testigo, en forma de crónica, combinando narración y testimonios.

Así mismo como el amigo de Santiago no pudo hacer nada para evitar un hecho que todo el pueblo sabía y comentaba entre murmullos.

Los colombianos que también somos testigos del infortunio de la creación de aquella idea perversa y ‘maquiavélica’ ley llamada 100 ahora seremos narradores de forma crónica del desastre del plan de vacunación entregado a las EPS que han demostrado de manera incesante sistemática sucesiva y sin ningún pudor que no son capaces de cumplir con las más básicas de sus funciones: la asignación de una cita y no en tiempos de pandemia.

Este sistema pérfido que convirtió al paciente en cliente y que tiene en crisis la salud de todo el país se le ha otorgado nada más y nada menos que la tarea de suministrar las vacunas contra el Covid-19.

Vacunas que serán provenientes del acuerdo Covax (acuerdo para una distribución equitativa mundial), a las que se le suman otras dosis negociadas con otras dos farmacéuticas y no como producto de una negociación a la que hay que agregarle que fue toda hecha en inglés y para nuestra representación su grado de inglés máximo era on/0ff para lo cual se fijó fecha de 20 de febrero según el propio presidente de la república.

No hemos podido hacer nada para evitar los abusos cometidos por estas empresas prestadoras del servicio de salud en años, como tampoco ellas en mejorar.

Los jueces de tutela están atiborrados de desacatos, la gente muere todos los días por la negación de medicamentos esenciales para su supervivencia, la atención de la pandemia fue un total fracaso y a pesar de todo ello se le entrega tal responsabilidad, pareciera que existe una comunión, una cofradía, una manguala, nadie pudiera explicar esto, como tampoco el hecho de que lleguen ventiladores a distintos sectores del país y sean asignados al sector privado como si lo público no les interesara.

Tengan claro que con estos antecedentes la distribución de la tal vacuna, si es que llegamos a tenerla algún día, será un completo desastre, está en manos de empresas que luchan, cada minuto de sus vidas, para ser peores y al parecer lo están logrando.

La vacunas serán objeto de todo tipo de artimañas y así como las medicinas y las citas, es posible que no lleguen, que sean re direccionadas a personas cercanas a sus círculos y así como en aquella población de Sucre quisiéramos equivocarnos.

Honestamente nadie le puede apostar al fracaso de este proceso pero la experiencia con las EPS no muestra muchas opciones  y tal como sucedió con Santiago Nasar cuando todo el mundo entendía lo que le iba a suceder nos tocará expresar para los nuevos muertos, que suman ya 52 mil 523 dentro de los que se encuentran altas dignidades como la del Ministro CARLOS HOLMES TRUJILLO GARCIA: “eso se sabía-2 y era crónica de un desastre anunciado hasta es posible que dejemos de ser el país del realismo mágico para convertirnos en “país del realismo trágico” de lo que también hemos sido testigos de forma crónica, combinando con testimonios.

A diferencia de Ángela Vicario nosotros no tendremos quien pueda reclamar por lo que pudiera suceder por cuenta de una tragedia que todo el pueblo colombiano sabía y sabe.

Sin remedio expresaremos frente a nuestros féretros para los cuales no se les declarará un solo segundo de duelo, harán parte de una cifra, “así lo vi, así lo conocí, así lo querí”.


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