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En agosto nos vemos

El regalo póstumo de Gabo a sus lectores

 Por Mario Sánchez Arteaga

No soy un crítico literario, ni pretendo serlo, pero si un buen lector de la obra de García Márquez, de sus biografías, de sus textos periodísticos y todo lo que concierne a su vida artística en medios escritos y audiovisuales.

¡Lo devoro y deleito como al café colao con galleta de limón!

En agosto nos vemos es una novela corta o cuento largo. Leí por ahí a algún necio como yo, que dijo: “es un cuento largo conformado por mini cuentos en cada capítulo”. 

No es la mejor obra de Gabo, pero sí un gran relato.

La maestría y calidad de su narrativa, embruja al lector en medio de ficciones y realidades con ese toque poético y la fantasía en medio del drama, suspenso, amor desmesurado, erotismo y el humor exquisito de caribe que sabe imprimirle a cada párrafo. Es Gabo en estado puro.

Contar la historia no quiero, dense el buen gusto de leerla, saborearla, marcar y rayar el libro, devolverse a otros párrafos. Terminarla y volverla a leer.

Es un regalo que el colombiano más universal, el escritor de habla hispana más relevante en las 4 últimas décadas, el más leído después de Miguel de Cervantes Saavedra con su Quijote, el que Carmen Balcells dijo que era un genio tocado por la mano de Dios; nos ha dejado. No es un regalo que llegó del más allá donde seguro lo rodean las mariposas amarillas de Mauricio Babilonia, es un obsequio muy bien guardado que nos tenía para deleitarnos con la magia de su escritura. 

Los tiempos de Dios son perfectos, en la actualidad se han demostrado las tendencias a relatos más concisos y no extensos. Los lectores hoy prefieren en su mayoría historias no tan largas, y, En agosto nos vemos contiene 122 páginas. Las siguientes 20 son las notas del privilegiado editor, Cristóbal Pera y las 4 facsimilares que sustentan borradores de la novela con subrayados del autor cataquero. 

No es la única novela corta que escribió, a esta se suman La Hojarasca, El coronel no tiene quien le escriba, Crónica de una muerte anunciada, Del amor y otros demonios y Memoria de mis putas tristes.

Era de esperarse que abundarían las críticas, que cuestionarían si el libro fue manipulado por la familia o algún editor irrespetuoso. Hay testigos no familiares que sustentan verlo laborando la carpintería de la obra finalizando los 90. De hecho, trabajaba al tiempo Vivir para contarla y Memoria de mis putas tristes, ambas alcanzaron a publicarse debido a que fueron priorizadas por el autor. 

Su asistente personal, Mónica Alonso (de la más estricta confianza para los García Barcha), afirma que el libro llegó a una quinta revisión por el nobel, ya tenía inicio, nudo y desenlace, y en mano alzada un escrito en lapicero “Gran OK final”. La historia estaba consumada.

Que pudo ser alargado y mejorarlo, por supuesto. Pero ya finalizando la primera década del siglo XXI, Gabo comenzaba a tener problemas serios de demencia senil. Era consciente de eso. De hecho, lo manifestaba a sus hijos y cercanos colaboradores “la memoria es mi materia prima y mi herramienta, sin ella, no hay nada”. 

En ese colapso de recuerdos incompletos e impotencia de no poder producir y contar historias en su máximo esplendor, es cuando decide ordenar a sus hijos Rodrigo y Gonzalo destruir el libro, porque según él, no servía.

Afortunadamente, ellos lo desobedecieron 9 años después del fallecimiento y sometieron a una minuciosa revisión de los manuscritos y originales para considerar la publicación; que terminó en ese bello escrito cuyo tema principal es el amor. 

 La novela parece un guion cinematográfico con la descripción de imágenes tan pormenorizadas que mientras se lee, pasan por la mente del lector el storyboard de toda esa narrativa musicalizada por boleros, música clásica y son cubano. Gustos musicales de García Márquez, quien era un melómano empedernido.

El nombre de la protagonista no pasa desapercibido, Ana Magdalena Bach, en honor a uno de sus preferidos del género barroco clásico, el alemán Johann Sebastián Bach. 

La obra, añejada y sazonada desde hace más de 20 años, como el vino en barricadas, preparándose para ser degustado en el mejor momento, está inundada de arte en sus personajes. Y algo singular son las recomendaciones literarias en el transcurso de los 6 capítulos que la estructuran, dejando a su protagonista como una gran lectora. 

Si bien es cierto que, Ana Magdalena, adúltera en 3 ocasiones, teniendo un matrimonio estable, buscando una aventura cada año en el mes de agosto cuando visita la tumba de su madre en una isla, donde logra evidenciar que su progenitora, también tuvo sus aventuras amorosas en el mismo lugar. 

Hay cierto toque feminista, de hacer justicia con el desfogue que no solo ataca a los hombres cuando se quieren tirar “una canita al aire”.

Algo muy notorio son los diálogos permanentes en toda la historia. Por lo general las novelas del escritor colombiano carecían de esta particularidad y casi siempre fue un narrador omnisciente.

Conmueve volver a leer a Gabo. Tener el libro en las manos, me causó una sensación de sentimientos encontrados. Es como si ese abuelo bonachón al que amaste tanto, cualquier día alguien llega a tu casa y te dice – tu abuelo antes de morir dejó este detalle para ti-.

La portada es bellísima. Es ese Macondo florecido de paisajes pintorescos, acorde al ensueño de su prosa. 

 Nunca lo conocí personalmente. Estuve en la Fundación Gabo, en la calle San Juan de Dios de Cartagena de Indias durante un mes completo en un taller de prensa escrita. Una iniciativa del “Gabo Periodista” para capacitar a los hacedores de este oficio de toda Iberoamérica.

Ahí en esa casona antigua y colonial se sentía su presencia en todo momento. En aquella estadía tuve el placer de conocer a Jaime García Márquez, hermano del nobel, un Ingeniero Civil al que le tocó soltar los cascos y las maquinarias de construcción, para acatar el llamado de su hermano mayor y ser el Director de Relaciones Institucionales de dicha fundación. 

Frecuenté en agosto de 2008 durante 27 días, en varias ocasiones a las afueras de la casa del afamado escritor en el sector amurallado; con la ilusión que cuando se abriera la puerta o las ventanas, apareciera el mago de Aracataca con sus risos cenizos.

Jaime, su hermano, gran conversador, con la locuacidad de Luisa Santiaga Márquez y la picardía del telegrafista Gabriel Eligio, extendió su mano en mi hombro diciéndome – No te afanes en conocer a la persona, es excepcional, pero quédate leyendo sus libros que esos serán eternos-.

Hoy recibo este libro, En agosto nos vemos, como ese saludo, esa sonrisa, ese gesto que anhelé ver del escritor durante el agosto de 2008. 

Si Judas no hubiese traicionado a Jesús, no habría sucedido crucifixión ni resurrección para el cristianismo.

A Franz Kafka lo traicionó su mejor amigo, Max Brod, quien recibió la orden de quemar todos sus manuscritos, pero Max hizo una metamorfosis no como la de Gregorio Samsa, convirtiéndolo en un gigantesco insecto, sino, resucitando a Kafka con la publicación de 3 magistrales obras inéditas que lo inmortalizaron aún más. 

Rodrigo y Gonzalo no deben tener ningún cargo de conciencia. Prima el bien general que el particular. Su rebeldía sacó del anonimato este regalo para el universo gabiano, que anhelaba un deleite más a la corriente literaria, más representativa de América Latina… el realismo mágico.

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