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El conde de Montecristo: un clásico que sigue tocando fibras en pleno 2025

Por: Jairo Aníbal Doria

En la historia del cine francés reciente, pocas películas han generado tanto entusiasmo como El conde de Montecristo (2024).

Dirigida por Matthieu Delaporte y Alexandre de La Patellière, la cinta devolvió a la gran pantalla la épica de Alexandre Dumas con un despliegue visual y narrativo que conquistó al público: más de ocho millones de espectadores en Francia y aplausos interminables en su estreno en Cannes.

El camino hacia los reconocimientos fue intenso. El Centre National du Cinéma incluyó la obra en la lista de preseleccionadas para representar a Francia en los Óscar 2025.

Sin embargo, la elegida para Hollywood fue Emilia Pérez, la apuesta que terminó viajando a Los Ángeles.

Pero el recorrido de Dantès no quedó allí: en los Premios César, la película se convirtió en la más nominada del año, con catorce candidaturas, y terminó ganando dos galardones claves: Mejor Diseño de Producción y Mejor Vestuario. Un reconocimiento al cuidado con el que se recreó la Europa del siglo XIX, escenario de traiciones, venganzas y reencuentros.

Presentación de ‘El conde de Montecristo’ en el Festival de Cannes. (EFE/EPA/ANDRE PAIN)

A más de un año de su estreno, lo que mantiene viva la conversación no son solo las cifras o las estatuillas, sino la vigencia de un relato que atraviesa generaciones.

Edmond Dantès, el joven marinero encarcelado injustamente, nos recuerda que todos hemos habitado alguna vez una celda interior: la del dolor, la injusticia o la traición. Y que, como él, debemos decidir si nos consume la venganza o si encontramos la fuerza para reinventarnos.

Quizás por eso, El conde de Montecristo sigue tocando fibras en pleno 2025. Porque el verdadero tesoro de Dantès no estaba enterrado en Montecristo, sino en la posibilidad de volver a empezar. Y esa, más que una moraleja, es una verdad que resuena en cualquier época.

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