Córdoba es un departamento que cuenta con una enorme diversidad cultural, es un territorio que tiene un número incalculable de personas que practican, por lo menos, una manifestación cultural.
Artistas de la música, las artes plásticas, la danza, el cine, la literatura, la tradición oral y el teatro, entre otros, se campean, metro a metro, por los pueblos que conforman este departamento.
A lo anterior debo sumar que en cada pueblo se realiza un evento que promueve la preservación de la manifestación que se conmemora.
Por mencionar algunos: Festival Nacional del Porro, en San Pelayo; Festival Nacional de la Décima, en Sabana Nueva; Festival Nacional del Bullerengue, en Puerto Escondido; Festival Nacional de la Cumbiamba en Cereté y Festival Nacional del Mapalé, en Buenavista.
Además, un número creciente de municipios en los que se realizan Festivales de Acordeoneros y Compositores.
Igualmente me enorgullece la existencia de una gigantesca riqueza gastronómica en la que se puede degustar tradiciones heredadas de las razas indígenas, afrodescendiente, blanca y sirio-libanesa, las cuales además de delicias culinarias nos dejaron el calificativo de tetraétnicos.
Pero llegó una Pandemia y desnudó la realidad que afronta la Cultura en el departamento, esa misma que defendieron ilustres personalidades como Manuel Zapata Olivella, Francisco Zumaqué y Pablito Flórez.
“Córdoba es el departamento con mayor número de artistas por metro cuadrado” afirmó David Sánchez Juliao y esta afirmación es una realidad de a pulso.
Pero, también es cierto que nuestros artistas están lejos de la valoración social, del reconocimiento estatal y del acceso a recursos del Gobierno Nacional para fortalecer sus prácticas artísticas.
Es despectiva la forma como, a veces, se busca al artista cordobés para realizar una muestra, un concierto o una obra. Hay que decir también que nuestros artistas parecen resignados a esa denigrante forma de ser utilizados.
La nueva realidad que comienza a vivir el país debe comenzar aplicando la lección que nos ha dejado el coronavirus.
Esta lección toca a todos los eslabones necesarios para llevar una manifestación al escenario. Pienso que a cada uno le toca una partecita de la moraleja, la cual distribuyo así:
- El Artista. Sin perder la humildad debe entender que su talento cuesta para llevarlo al escenario. Es portador de un Saber que por lo general es ancestral. Igualmente debe entender que existe una oferta estatal a la que no se accede querellándose del “olvido” al que se encuentra sometido; a esa oferta se accede participando en las múltiples convocatorias existentes y para ello hay que cualificarse.
- El Gobernante. Con mensaje de Urgencia debe entender que la Cultura y sus actores tienen que dejar de aparecer como eslabones perdidos de la sociedad. La Cultura identifica los pueblos, dignifica el alma y alegra la conciencia.
- Organizadores de eventos. Con prioridad deben mirar al artista local. Es necesario comenzar a fortalecer los elementos identitarios de nuestro territorio y eso se logra cuando mostramos los artistas locales en los grandes escenarios de nuestros pueblos.
- El Político. Debe entender que el agente cultural se debe mirar más allá de un voto que eleva su guarismo electoral. El Artista, más que ser utilizado para alegrar una caminata de su campaña, debe ser mirado como un ser humano del que depende una familia y espera que las gestiones vayan encaminadas a mejorar su calidad de vida.
- Todos en conjunto. Debemos unir fuerzas y apostarle en serio a que la Cultura de Córdoba comience a mirarse como una Industria que une todos sus eslabones para que todos salgamos ganando en LA NUEVA REALIDAD.
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