Parece totalmente acertada la convocatoria que, por estos días, adelanta la Secretaría Departamental de Cultura en procura de reestructurar el Consejo Departamental de Patrimonio.
Los nuevos integrantes de este órgano encontrarán un departamento que exige acciones concretas, prontas y contundentes en torno a la búsqueda de ampliación del número de declaratorias, sobre todo, en lo referente al Patrimonio Inmaterial.
Pero, para llegar a colmar esas expectativas es preciso que, de forma ágil, haya un vínculo intrínseco entre la instancia cultural y el Consejo que llegare a resultar elegido, producto de dicha convocatoria.
Es imperativo que haya diálogo fluido y se realice una agenda que permita avanzar en concordancia con lo que esperan los representantes del sector cultural en cada uno de los treinta municipios.
Resulta casi irrisorio que a estas alturas, un departamento caracterizado por una amplia e inagotable diversidad y pluralidad cultural solamente tenga tres declaratorias de Patrimonio a nivel nacional, dos en Material y una inmaterial.
La lista de espera de declaratorias nacionales la encabezan el Trenzado del Sombrero fino Vueltiao y el porro. A mi juicio personal, hay otras que deben engrosar la espera, pero, aún están con dificultades en su proceso.
Para declaratorias del orden departamental es importante que el nuevo Consejo establezca una metodología que no se salga de lo establecido en la Ley, pero que permita un punto de encuentro entre los pueblos y el Consejo.
Resultaría muy importante que la Secretaría de Cultura Departamental sirva de puente entre quienes representan dichas manifestaciones y el Ministerio de Cultura, a fin de que éste programe un ciclo formativo sobre este respecto, dirigido a los interesados en adelantar procesos de Declaratorias de Patrimonio en Córdoba.
Lo manifestado en este espacio en ningún momento pretende cuestionar la labor adelantada por el actual Consejo de Patrimonio del Departamento. Valoro y reconozco el deseo de avanzar en el tema.
Hay personas que esbozan un enorme conocimiento sobre esta dinámica. Más bien pienso que ha habido, en los últimos años, un alto grado de separación entre el órgano colegiado y la instancia; un trauma que hay que superar con carácter urgente.
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