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El costo del cambio

Por Bibiana Cabarcas*

Cada vez que un ministro del gabinete del actual gobierno abre la boca, la ciudadanía se desconcierta, y no se sabe si lo que dicen da para llorar o reír.

Tenemos el caso del ministro de Justicia, Néstor Iván Osuna, con su propuesta de hacerle pagar al ratero el costo del celular robado más seis cuotas del plan, nos preguntamos en qué país vive el Ministro o si no se ha dado cuenta que en Colombia primero matan y después roban, o si es que el ratero va a pagar los gastos funerarios del atracado.

Luego pasamos al canciller Álvaro Leyva Durán, manifestando sobre el “entrampamiento” que la DEA y la Fiscalía de habían hecho a Jesús Santrich con el fin de poderlo extraditar a Estados Unidos, como si de un pobre angelito inocente se tratara y no de un peligroso delincuente con un enorme prontuario delictivo; mal hace el canciller en defender a uno de los guerrilleros más sanguinarios que ha tenido este país, extralimitándose en sus funciones como el representante de la diplomacia colombiana.

Vemos también al embajador designado de Colombia ante Venezuela, Armando Benedetti, sonriendo junto a Nicolás Maduro, Diosdado Cabello y Padrino López, dispuestos a reanudar relaciones diplomáticas con este régimen, que todo el mundo sabe es una dictadura que se ampara con grupos al margen de la ley, además de abusador de derechos humanos. Según la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, los escuadrones de la muerte de Maduro son responsables de más de 6.800 ejecuciones extrajudiciales, solo entre enero de 2018 y mayo de 2019.

El gobierno de Petro no apoyó una votación de la OEA el pasado 12 de agosto, condenando los ataques del régimen de Nicaragua contra los sacerdotes católicos de ese país, condena que fue aprobada con 27 votos a favor, 4 abstenciones, un voto en contra y 2 países ausentes: Colombia y Nicaragua. ¿Complicidad o afinidades ideológicas con las dictaduras? En todo caso es preocupante la postura del gobierno colombiano.

La perla de la ministra de Minas y Energía, Irene Vélez, filósofa y docente, que más que una funcionaria técnica actúa como una activista, cuyo perfil no encaja para esa cartera, y su teoría del “decrecimiento económico”, en la que para proteger al medio ambiente y a la madre Tierra lo que se busca es disminuir de manera controlada y progresiva la producción para equilibrar la relación entre los humanos y la naturaleza, quien además pasó a “exigirle” a las grandes potencias mundiales que dejen de producir y que “decrezcan”; ante semejante propuesta y en rueda de prensa, los periodistas quisieron que les explicara sobre la misma y la funcionaria optó que era mejor irse y dejarlos viendo un chispero.

Apenas va un mes de la posesión del nuevo gobierno, falta mucho por recorrer, lo bueno se aplaudirá, lo confuso debe aclararse y lo malo no se puede dejar pasar.

*Comunicadora Social. Especialista en gerencia del talento humano y marketing político y Estrategias de Campaña. Cursando maestría en educación. Docente del municipio de Montería en lengua castellana.

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