En el corazón de la costa caribe colombiana se encuentra ubicado el departamento de Córdoba, un espacio mágico donde la música, la danza y su gastronomía recrean un paraíso lleno de tradiciones y expresiones culturales, que lo hacen único y particular frente a otras zonas del país; de modo que nacer o habitar en este lugar de ensueño es considerado un privilegio, no solo por disfrutar de esta herencia cultural, sino por la inmersión en la que constantemente permanece su gente, ante un sistema cognitivo colectivo que se comparte entre las generaciones y que los hace tan únicos y particulares como su departamento.
En este sentido, se ha podido demostrar por medio de los estudios neurocientíficos, que la cultura es un agente dinamizador del desarrollo y las funciones del cerebro humano, una estimación que va más allá de la forma como se adquiere el conocimiento y que intenta explicar, cómo se construyen los patrones de pensamiento y se moldea la conducta humana, dando validez al concepto de “cerebro cultural”, como una metáfora para hacer referencia a la influencia de la cultura en la forma de sentir y actuar de los habitantes de esta región; de manera que, a pesar de existir tendencias cerebrales codificadas genéticamente, resultaría inadmisible ignorar la estandarización u homogeneización de la identidad de los habitantes de Córdoba, personas cálidas, amables y acogedoras, dispuesta a transmitir sus emociones, compartir su arte y brindar cariño a sus visitantes.
Cabe señalar que además de los atributos del Cordobés, su arraigo cultural le ha ayudado a percibir la diversidad vivida por los movimiento actuales de globalización, lo cual ha garantizado la coexistencia pacífica y enriquecedora de su cultura en otros lugares, permitiendo así, valorar estas diferencias en beneficio de una convivencia armónica, bajo un legado de valores complementados por la humildad, el amor y la alegría que los caracteriza; de modo que, a pesar que existan en este departamento personas con diferentes formas de actuar y razonar, es válido afirmar que a los cordobeses nos une un solo corazón y que encima de existir un “cerebro cultural” existe un “cerebro cultural cordobés “al servicio del mundo.