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Menos de 16 horas de oxígeno: así avanzan labores de búsqueda del sumergible perdido

Una serie de sonidos detectados en el mar dieron este miércoles motivos de esperanza de encontrar vivos a los cinco tripulantes del sumergible desaparecido el domingo en aguas del Atlántico cuando se dirigía a ver los restos del Titanic.

La comunicación con el sumergible Titán, de 6,5 metros de eslora y de propiedad de la empresa OceanGate, se perdió hace cinco días, tan solo dos horas después de que la nave emprendió el descenso hacia los vestigios del mítico transatlántico Titanic, localizados a casi 4.000 metros de profundidad y a unos 600 kilómetros de Terranova, en el Atlántico Norte.

Hasta ahora, las teorías hablan de que la nave podría haber sufrido un problema eléctrico o de comunicaciones. También se habla de que el casco de presión pudiera presentar un daño.

Pero la prioridad de las autoridades es la búsqueda de los cinco ocupantes del sumergible, por lo que los rescatistas trabajaban este miércoles con la presión del tiempo en su contra. Al sumergible solo le quedan entre 14 y 16 horas de oxígeno de emergencia y, según estimaciones, solo tendría oxígeno hasta las 6 de la mañana de este jueves.

Por si fuera poco, si la nave permanece mucho tiempo en el fondo del mar, los tripulantes se enfrentan a temperaturas muy bajas con un frío apenas superior al punto de congelación y con posibilidad de desarrollar hipotermia.

A ello se suma que los viajeros tienen “raciones limitadas” de comida y el hecho de que subir a bordo de esta nave ya implica aceptar ciertas incomodidades, como que no hay asientos y hay que acomodarse de cierta forma dentro del cilindro de 670 centímetros de largo.

Por eso, las esperanzas se encendieron este miércoles cuando los equipos de rescate detectaron “ruidos bajo el agua” en el área de la desaparición. Tan pronto como esos sonidos fueron detectados, los efectivos de rescate trasladaron las operaciones de los vehículos ROV, una especie de drones submarinos que son manejados de forma remota, a la zona donde se oyeron los ruidos para explorar su origen.

Pese a que hasta ahora esa búsqueda ha arrojado resultados negativos, los ROV siguen explorando el área, aunque Carl Hartsfield, responsable de la Woods Hole Oceanographic Institution, dijo que es muy difícil discernir el origen de esos ruidos debido a que el océano es un lugar “muy complejo”.

Por lo pronto, la operación de búsqueda se extiende cada hora y ya se suman efectivos y recursos de Estados Unidos, Canadá, Francia y el Reino Unido con el objetivo de rescatar al 100 por ciento de los pasajeros de la nave con vida.

La flotilla de búsqueda también se amplía cada vez más. A los robots acuáticos que rastrean los ruidos en el mar se suman otros cinco barcos que participan en la búsqueda en una superficie de 20.000 kilómetros cuadrados, aproximadamente el tamaño de El Salvador, a una profundidad de casi cuatro kilómetros, mientras que desde el aire aviones surcan el cielo en busca de cualquier señal.

En la zona se mueven, por ejemplo, varios aviones C-130 que están recorriendo la superficie del mar intentando contacto visual y con radares. También aviones de patrulla marítima P-3 canadienses que han desplegado boyas de sonar para tratar de captar sonidos desde la superficie del océano.

La Marina Real canadiense, por su parte, envió un buque con cámara hiperbárica a bordo, utilizada para tratar a las personas involucradas en accidentes de buceo, y expertos en asistencia médica para los pasajeros.

“Se trata de una operación extremadamente compleja debido a lo remoto del lugar y a la coordinación entre múltiples agencias y países”, reconoció este miércoles el portavoz del servicio de Guardacostas estadounidense, el capitán Jamie Frederick, quien subrayó que “el equipo unificado está trabajando sin descanso para llevar todos los medios disponibles y el conocimiento lo más rápido posible”.

A bordo del Titán viajaban el millonario británico Hamish Harding, presidente de la compañía Action Aviation; el pakistaní Shahzada Dawood, vicepresidente de Engro, y su hijo Suleman; el buceador francés Paul-Henri Nargeolet; y Stockton Rush, director general de OceanGate Expeditions, la compañía que opera el sumergible y que cobraba 250.000 dólares por viaje.

Los peligros de la embarcación ya eran conocidos por los pasajeros. Mike Reiss, guionista de televisión que visitó el Titanic en 2022, contó que, antes de subir a la nave, “firman un documento y en la primera página se menciona la muerte tres veces”.

El equipo directivo de OceanGate también está en la mira luego de que salió a la luz un informe sobre las deficiencias de la seguridad de la nave. El exdirector de operaciones marinas de OceanGate Expeditions David Lochridge, despedido por haber cuestionado la seguridad del Titán, mencionó en una demanda en 2018 los riesgos del “diseño experimental” del sumergible.

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