A pesar de las largas siestas de fin de semana, las horas que no dormimos no pueden ser compensadas, y este déficit de sueño puede llevar a un cansancio acumulativo y problemas de salud a largo plazo, explican los expertos en un artículo de ‘La Nación’.
Aunque cada individuo puede tener requisitos de sueño diferentes, los especialistas generalmente acuerdan que dormir menos de seis horas por día es insuficiente para un adulto promedio. Este patrón de sueño durante un mes puede provocar una desregulación de los ciclos del organismo, lo que puede generar, a su vez, una serie de desajustes físicos y mentales.
Según el médico Alejandro Andersson, director del Instituto de Neurología de Buenos Aires, consultado por Cecilia Acuña para el medio citado anteriormente, incluso una hora menos de sueño puede reducir nuestra capacidad para estar alerta en un 33 por ciento.
Además, los estudios indican que la falta de sueño puede llevar a un aumento de peso, ya que aquellos que descansan menos de seis horas tienden a comer más y tienen alteraciones en su metabolismo de la glucosa. Estas pueden generar un aumento del apetito y afectar los niveles de las hormonas que lo regulan.
Además, la falta de sueño puede ser peligrosa. Según Andersson, “si una persona pasa más de 17 horas sin dormir, esa falta de sueño es equivalente a tener 0,5 de alcohol en sangre y si pasan 24 horas, el deterioro es del 0,10”.
También hay un vínculo entre la falta de sueño y los problemas de salud crónicos. Quienes duermen menos de seis horas diarias tienen un mayor riesgo de obesidad, diabetes, enfermedades cardíacas y alta presión sanguínea. La falta de sueño también puede debilitar el sistema inmunológico, haciéndonos más susceptibles a enfermedades, informan los especialistas.
Las consecuencias de la falta de sueño no son solo físicas, sino que también pueden afectar nuestro estado de ánimo y capacidad mental. Los efectos principales incluyen irritabilidad, ansiedad, intolerancia, disminución de la creatividad y una mayor vulnerabilidad a la depresión y los trastornos de ansiedad.
La falta de sueño también puede afectar nuestras funciones cognitivas principales. Impacta directamente en la atención, la memoria y la consolidación del aprendizaje.
Según el doctor en psicología Pablo López, del Instituto de Neurología Cognitiva (Ineco), el sueño es fundamental para la consolidación de la memoria y del aprendizaje. Esta opinión también la comparte, para ‘La Nación’, Daniel Pérez Chada, director de la Clínica del Sueño del Hospital Universitario Austral.