Por: Carlos Ordosgoitia Sanín
Nuestra región Caribe tiene una inmensa riqueza agrícola por sus tierras fértiles, además de la gran virtud de hombres y mujeres que la trabajan incansablemente.
Todo el aparato productivo del campo se enfrenta hoy a difíciles circunstancias por los embates del Fenómeno de El Niño, que comienza a sentirse con mayor intensidad en este último mes y que, según los pronósticos, puede extenderse hasta el mes de mayo.
La prolongada sequía, que trae consigo vicisitudes en la productividad rural, tiene a muchos campesinos agobiados, al no encontrar alternativas para enfrentar las pérdidas o bajas en sus cultivos, lo que denomina por supuesto menos ingresos.
Justamente en las crisis es donde nacen las oportunidades. Esta circunstancia, que nos aterriza en las consecuencias del cambio climático, es un desafío para toda la Costa Caribe, que obliga necesariamente avanzar en acciones contundentes, que eviten desabastecimiento, pues esta región suple las necesidades alimentarias para gran parte del país.
Es el momento para liderar una gran cruzada por la productividad y el apoyo directo a los campesinos y sector productivo, apostando para revitalizarlo a través de la tecnología, microcrédito, congelación de precios, estabilización de la carga, excepción en tributación y subsidios en insumos. Estas alternativas construyen una gran hoja de ruta de productividad.
Adicional a ello, es necesario darles garantías a los campesinos para asegurar los cultivos que están pronto a cosechar, optimizando vías para su transporte y así poder llevar los alimentos a todas las centrales de abastos.
Hacemos una invitación a los gobernadores, alcaldes, al sector productivo y privado a unir esfuerzos para lograr, en articulación con el Gobierno Nacional, encontrar todas las alternativas para lograr juntos conjurar a favor los embates de la crisis climática y adelantar procesos asertivos que permitan un resultado positivo para el país.
Este camino es esperanzador; si se logra asegurar la cadena alimenticia, mejorará, sin duda, la calidad de vida de nuestros campesinos y la tranquilidad de los colombianos durante esta y las futuras crisis ocasionadas por fenómenos naturales.