Por: Ricardo Nicolás Madera Simanca
Por estos días se habla mucho de tendencias y una de ellas es la salud mental. Sí, ese “tema”, como dicen muchos, el cual finalmente está rompiendo paradigmas y se está hablando abiertamente.
Ahora se ve con naturalidad ir al psicólogo o al psiquiatra, pero esto no es suficiente, pues los problemas de salud mental parecen estar aumentando y volviéndose más visibles. Las tasas de suicidio aumentan más que el dólar y esto no es algo de lo que podamos bromear, pues son vidas humanas, aunque este es un grave problema que atraviesa todo el mundo y, en particular, Colombia, afectando a todas las edades, pero quienes están en más alto riesgo son los jóvenes.
La tasa de suicidios el año pasado se incrementó en 15,73 % con respecto al mismo periodo de 2022, pasando de 1.564 a 1.810 casos, a raíz de diferentes padecimientos mentales presentes entre la población colombiana. Los intentos de suicidio atendidos sumaron 30.021 casos según cifras del Sistema Nacional de Vigilancia en Salud Pública. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), el suicidio es un problema de salud pública que provoca la muerte de 800.000 personas cada año en todo el mundo.
Como lo he mencionado en columnas anteriores, no soy un experto en el área, pero con todo el respeto hacia aquellos que luchan contra estos problemas diariamente, me gustaría empatizar desde el punto de vista de un padre, madre o hermano(a) cuando se vive desde la angustia de ver a un ser querido lidiar con una enfermedad difícil de describir, entender y atender como familia.
Ver a alguien sufrir de depresión y tener pensamientos e ideas suicidas es vivir constantemente con miedo. Una sola llamada puede ser una noticia fatal, y esto impacta de tal manera que la propia familia puede sentirse arrastrada e incluso anclada a esos mismos pensamientos depresivos que trata de comprender. La ansiedad y un mundo donde la lógica general no aplica, hacen que cosas que descartaríamos como algo pequeño o insignificante se conviertan en obstáculos enormes que impiden seguir adelante.
Es por eso que como familia debemos aceptar que el tratamiento no debe solo incluir al paciente, sino también fortalecer y proteger al entorno familiar para enfrentar este desafío, tal como lo indica el RETO, campaña que hace unos años lideró Ernesto Lucena como Ministro del Deporte, con Resiliencia, Empatía, Trabajo en equipo y Optimismo, con esta fórmula podemos superar estos momentos difíciles en los que todos o alguno de nosotros se puede quebrar y querer rendirse.
Para aquellos que han padecido esta situación, permítanme decirles que el esfuerzo que han hecho día tras día para levantarse y seguir adelante es valioso, el camino puede ser difícil y lleno de altibajos, pero siempre hay una luz al final del túnel. Hay momentos de grandeza que inspiran y motivan a seguir adelante, y son los momentos en los que se evidencia el amor, el apoyo constante y efectivo de la familia, lo cual es el mejor refuerzo para cualquier terapia.
Ahora quiero dirigirme a ti, a la persona que está leyendo estas líneas, si estás atravesando un problema de salud mental, recuerda que no estás solo, puedes buscar apoyo en tu familia, amigos y en las redes institucionales. Y si no eres tú el paciente, pero eres familiar de alguien que está luchando contra esta enfermedad, no tenemos un manual para este tipo de situaciones, pero desde el amor también puedes buscar el apoyo de profesionales y grupos que te ayudarán a cargar tus propias baterías y estar al 100% para el familiar que lo necesita, incluso cuando tus propias fuerzas se agoten.
Si quizás no has experimentado el ser o tener un ser querido que lucha contra una enfermedad de salud mental, déjame invitarte a fortalecer la empatía y pensar fuera de la caja. Permítete ser un agente activo que, a través de tus gestos y acciones, contribuya a que aquellos que luchan sientan comprensión, apoyo y respaldo.
La salud mental es un problema global, pero no debemos perder la esperanza, insisto que con amor y apoyo podemos ayudar a nuestros seres queridos a superar esta crisis y encontrar la felicidad y el bienestar. Rompamos el estigma, busquemos ayuda y caminemos juntos hacia un mundo mejor emocionalmente para nuestras familias, para Colombia y por que no, para el mundo entero.