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Turismo sexual: el oscuro secreto detrás del lujo

Por: Jairo Aníbal Doria

El descubrimiento de dos niñas menores de edad en el lujoso Hotel Gotham de Medellín, acompañadas por un extranjero, sacude nuestras conciencias y nos obliga a mirar más allá del resplandor de las “zona rosas” de los principales destinos turísticos del país.

El cierre temporal del hotel y las acciones de las autoridades son solo la punta del iceberg de un problema más profundo y perturbador: el turismo sexual.

Este incidente pone al descubierto una realidad que muchos prefieren ignorar o desconocer, pero que está cada vez más presente, contando hoy además, con herramientas como las plataformas digitales que facilitan el uso de apartamentos, casas, condominios o espacios de residencias familiares para temas de ciclo corto arrendamiento y, la falta de control sobre los procesos de hospedaje y alojamiento en general.

El hecho de que un hotel de tan alto calibre sea utilizado para tales propósitos, es un llamado de atención sobre la compleja red de complicidades y omisiones que permite que el turismo sexual florezca en nuestra sociedad.

¿Cómo es posible que en un lugar donde se pagan cientos de dólares por noche se permita la presencia de menores en situación de vulnerabilidad? ¿Qué nos dice esto sobre nuestros valores y prioridades como sociedad?

Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el 20% de los viajes internacionales realizados por turistas occidentales persigue fines sexuales y el 3% de ellos son protagonizados por pedófilos.

El turismo sexual, un negocio multimillonario en expansión. La tercera industria ilegal del mundo en términos de facturación, solo superada por el comercio de armas y el tráfico de drogas.

La explotación sexual de niños y adolescentes no es solo un problema de Medellín, sino de todo el mundo.

Cada vez que permitimos que la explotación de menores continúe, estamos fallando como sociedad. Cada vez que ignoramos las señales de alarma, estamos permitiendo que el mal prospere.

Lo peor es que luego del escándalo, parece que nada va a pasar.

Es hora de que entre todos, enfrentemos esta realidad incómoda y emprendamos acciones concretas para combatir el turismo sexual en todas sus formas.

Como se diría en un noticiero nacional: “no se quede callado, denuncie!”.

Desde la institucionalidad, urgen políticas públicas de promoción juvenil y prevención integral, articuladas con las de turismo, infancia, adolescencia y obviamente, el código penal.

Ciudades como Cartagena, Santa Marta o Medellín, no merecen ser consideradas como prostíbulos por los degenerados del mundo.

El turismo sexual no puede seguir siendo el oscuro secreto detrás del brillo de una gran ciudad. Es hora de sacarlo a la luz y confrontarlo con valentía y determinación.

Nuestros niños y adolescentes merecen un futuro mejor.

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