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Venezuela: una patria que incide en Colombia

Por: Mauricio Burgos Altamiranda

Si no sucede nada extraordinario, Nicolás Maduro Moros se posesionará el día de mañana 10 de enero del 2025, como Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, una vez más, luego de las elecciones más ilegítimas, antidemocráticas y leoninas que haya vivido ese país en su historia reciente.

Y Edmundo González Urrutia de seguro también lo hará de manera clandestina, refrendando la historia de su antecesor “presidente sin país”, el autoproclamado Juan Guaidó Márquez.

Es decir, la historia se repetirá y los millones de venezolanos seguirán padeciendo la crisis de un país cada vez más insostenible .

¿Qué debe hacer entonces Colombia y su gobierno frente a la inminente continuidad del poder de Nicolás Maduro y Diosdado Cabello?

Colombia y Venezuela no sólo comparten el idioma, las costumbres, las tradiciones, el mismo Libertador, la desigualdad y la pobreza, aunque Colombia le gane por miles en esta materia, una geografía exuberante, el flujo de grupos armados ilegales, sino más de 2.219 kilómetros cuadrados de frontera, cuyo intercambio económico legal supera los 1.000 millones de dólares.

La cifra no es nada despreciable para un país como el nuestro que, de acuerdo con la revista Forbes y el Banco Mundial, proyectan para 2025 un crecimiento económico para la nación del 1.5%, por encima de otras economías de América Latina y el Caribe, lo que se traducirá en más empleo, mayor poder adquisitivo de los habitantes de a pie y disminución gradual de la pobreza y la desigualdad.

Desde que se llevaron a cabo las coaccionadas e injustas elecciones en el vecino país, el pasado mes de julio de 2024, los venezolanos salieron a las calles a votar en contra de Nicolás Maduro Moros y su séquito.

No votaron a favor del taimado Edmundo González Urrutia, votaron aguerridamente en contra de la tiranía y en contra de una camarilla que tiene al país en su más profunda crisis. Y las actas de escrutinio así lo validan: actas que la comunidad internacional, incluyendo Colombia, ha pedido como muestra de legitimidad de la elección y que Maduro no mostrará porque evidencian su amplia derrota.

Los venezolanos, y por supuesto los colombianos, deseamos una transición del poder que respete las instituciones, fortalezca la participación democrática justa y privilegie la autodeterminación de los pueblos en la toma de sus decisiones.

Esta premisa es incompresible para la rancia oligarquía colombiana y para la obtusa prensa capitalina que nunca ha puesto un pie en Paraguachón, el Catatumbo o Arauquita; que escasamente sabrá que son siete los departamentos de Colombia que comparten frontera comercial con el vecino país y que, desde la comodidad de la fría “Atenas Suramericana”, desde la limitada visión colonialista/centralista creen que Bogotá es el país entero, y que, por tanto, el presidente Gustavo Petro Urrego debe cerrar la frontera comercial y reconocer al desaliñado Edmundo González Urrutia, como presidente sin país.

Es decir, repetir la torpeza de Iván Duque Márquez y su caterva que ingenuamente creyeron que Maduro tenía los días contados, y que condenó a los habitantes de los más de 2 mil kilómetros de frontera a una crisis económica sin precedentes.

Nicolas Maduro Moros seguirá en el poder hasta que exista una salida negociada con la oposición o hasta que haya un baño de sangre que obligue a la comunidad internacional a intervenir, pero ya sabemos con el conflicto palestino, que esto no será posible.

La literatura latinoamericana, especialmente la novela, nos ha mostrado como los dictadores terminan sus días: El señor presidente (1947); El reino de este mundo (1949); Maten al león (1969); Yo el supremo (1974); El otoño del patriarca (1975); La fiesta del chivo (2000), entre otras.

Mientras esperamos la caída de Nicolás Maduro Moros y de Diosdado Cabello, el presidente en ejercicio de Colombia debe entender que lo que suceda en un país incide en el otro, y que repetir la torpeza de Iván Duque Márquez solo traerá violencia y miseria a ambas partes de la frontera.

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