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Petro acepta moderar el lenguaje para preservar la democracia, en medio de coyuntura crítica por caso Uribe Turbay

Por: Jairo Aníbal Doria

La decisión del presidente Gustavo Petro de moderar el tono de sus intervenciones públicas no puede leerse únicamente como un movimiento táctico dentro del ajedrez político.

En el actual momento que vive el país —marcado por el atentado contra el precandidato Miguel Uribe Turbay y una creciente polarización verbal—, el anuncio adquiere un sentido mayor: el lenguaje también construye paz o perpetúa la confrontación.

Durante la más reciente sesión de la Comisión de Seguimiento Electoral, realizada en la Casa de Nariño, el presidente aceptó la recomendación de diversos sectores de la institucionalidad de contribuir a la desescalada del clima político.

Armando Benedetti, Ministro del Interior

Fue el ministro del Interior, Armando Benedetti, quien informó oficialmente el compromiso presidencial:

Ya ha bajado el tono. Lo hará aún más”, aseguró ante los medios.

Esta postura busca responder al llamado urgente de garantizar un ambiente electoral libre de violencia simbólica y física, en un país donde las palabras pueden ser semillas de diálogo… o detonantes de crisis.

La política no puede hablar en clave de guerra, Colombia ha vivido históricamente los efectos de un lenguaje político agresivo y estigmatizante. La violencia verbal ha servido en múltiples ocasiones como antesala de la violencia armada.

Hernán Penagos, Registrador Nacional

En ese sentido, lo que está en juego no es solo el tono del presidente, sino el tipo de cultura política que se quiere fortalecer en el país.

El odio no puede tener la última palabra. Seamos fuertes con las ideas, pero suaves con las personas”, expresó el registrador nacional, Hernán Penagos, quien llamó a todos los actores —gobierno, oposición, ciudadanía y medios— a asumir una responsabilidad compartida frente a la forma como se construye el debate público.

Por su parte, el procurador general, Gregorio Eljach, valoró el gesto del mandatario como una acción simbólicamente poderosa:

El presidente ha puesto la primera piedra de un nuevo estilo político. Bajar el tono no es debilidad. Es visión democrática”, sentenció.

El lenguaje no es un detalle menor en la política. Desde la forma en que se expresan los liderazgos hasta la forma en que se replican esas expresiones en redes sociales y en las calles, se modelan patrones de conducta ciudadana.

En regiones afectadas por la exclusión o el conflicto, el discurso público incide directamente en la percepción de legitimidad y en la convivencia.

Por eso, analistas coinciden en que el gesto del presidente puede sentar un precedente si se convierte en pacto colectivo.

No se trata solo de lo que diga el Ejecutivo. También es momento para que los partidos, líderes sociales, opinadores y plataformas mediáticas revisen sus propios tonos, marcos y narrativas.

Senador Miguel Uribe Turbay, víctima de atentado

El gobierno no ocultó su preocupación por el intento de instrumentalizar políticamente el atentado contra Uribe Turbay. Aunque no se han señalado responsables directos, el Ejecutivo ha insistido en evitar que la tragedia se convierta en combustible electoral. De ahí la importancia de evitar discursos incendiarios o revanchistas.

Benedetti, advirtió incluso sobre el riesgo de una “cadena de atentados”, si no se modera el lenguaje político.

En ese contexto, el llamado presidencial cobra aún más fuerza: bajar la voz para proteger la democracia.

Este no es un simple ajuste comunicativo. Es, potencialmente, el primer paso hacia una campaña electoral menos violenta y más propositiva. No será suficiente si no es replicado, amplificado y exigido desde todos los frentes.

Porque en una democracia no solo se vota. También se conversa. Y esa conversación, necesita menos gritos… y más respeto.

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