Todos mamando
Desde que llegaron las noticias del mundo exterior relacionadas con la tragedia del Covid-19 fuimos testigos de cómo los países se iban organizando en todos los sectores para hacerle frente a esta crisis.
Algunos escépticos y otros que definitivamente comprendieron la razón de ser de generar políticas sociales de impacto como Nayib Bukele, presidente del salvador, quien de manera rápida se sintonizó con la realidad.
Ante el abuso de los bancos expresó: “hay bancos que tuvieron la asquerosa idea de limpiar su mora con el dinero de la emergencia de la gente más vulnerable para comida, esos bancos van a ir a buscar a la gente a sus casas, le devolverán el dinero robado y publicaran disculpas públicas o serán cerrados inmediatamente”, algo que jamás veremos los colombianos .
Ver en las noticias el número de muertos ya es pan de cada día, más para un país como el nuestro con una guerra de más de 50 años y ahora las protestas para quien alguien propuso un “pootestódromo”, lo único que serían sin presencia de a quien se le protesta, lo cual sería absolutamente inservible las medidas para tratar de atajar la pandemia han sido muchas y desde todos los sectores económicas,educativas,de movilidad etc.
Hoy, después de 5 meses, nos hemos acostumbrado a la nueva normalidad, que llaman. A lo que no podíamos acostumbrar es a los episodios de corrupción que rayan con el descaro.
Que en medio de una tragedia de proporciones, como la que estamos viviendo, los corruptos hicieran gala magistral de cómo robarse de manera literal el erario público.
Muy a pesar de que el gobierno central haya hecho innumerables esfuerzos, y los sigue haciendo, por contener una pandemia muchísimo más grande que el mismo coronavirus (la corrupción), las muestras de desprecio por la vida humana se comenzaron a visionar, a lo largo y ancho de todo el territorio nacional, posicionándonos una vez más como la vergüenza latinoamericana, ya hasta se nos había olvidado el terrible capítulo de las pechugas de $40.000.
Ahora pasamos a darles carne de burro y de caballo a el futuro de Colombia y “jugar con las cantidades” amparado en el principio de que “el pobre está acostumbrado a pasar hambre”.
Afirmaciones que para algunos sectores causa estupor pero que para la gran masa del hambre (los pobres) no es sino la ratificación de que el estado tiene un sistema diseñado que históricamente NO ha arrojado resultados para combatir ninguna de las dos ni el hambre ni la corrupción.
Y todo por cuenta de un proveedor que surtía alimentos a un “operador”. Por qué insistir en la subcontratación bajo esa modalidad de los operadores, aceptando que lleva consigo aumento de los precios, tiempos y de todo lo que pueda significar dinero.
La intermediación en asuntos estatales no es una buena práctica y no arroja resultados exitosos. Ahora bien, no se podría endilgarle todos nuestros males a ‘mamá’ gobierno, ni más faltaba, este fenómeno aparece cuando justamente no existe una cultura cimentada en valores morales éticos y principios.
Era inevitable la privatización de algunos servicios y la puesta en marcha de modelos donde los particulares asumieran asuntos de estado.
Años atrás los recibos de agua y luz podían llegar a deudas de 5 años y la ciudadanía no cumplía, en todo caso resulta inadmisible que en medio de la tragedia aparezcan avivatos simulando ser redentores cuando bajo la manga esconden el más desalmado de los negocios.
No se puede negar que se están brindando soluciones que si bien están cargadas de buenas intenciones solo son utopías escritas, para el caso de la educación, por ejemplo, se decidió darle paso a la virtualidad en ese decreto olvidaron mencionar la cobertura de internet y cuántos hogares tienen acceso a un computador, que sumado ya al robo de dinero en la distribución de mercados es una tragedia más.
Pasemos a un concepto que, para algunos beneficiarios, no es más que una palabra y es la bancarización para la asignación de recursos provenientes del Estado, este modelo se convirtió en un viacrucis para una gran masa de ciudadanos alejados de las capitales, residentes en veredas, corregimientos y pueblos, etc, sitios en donde el producto más industrializado podría ser una bebida llamada chicha y como dice la canción ‘todavía andan en burro’.
Y tener que ir a una entidad bancaria a solicitar una apertura de cuenta, y digo ir, porque dadas las características internet no hay, si la dicha es buena y la suerte lo acompaña no caerá en manos del banco que a lo único que le pone el alma es acabar con la esperanza de los colombianos.
Que dicho sea de paso ese banco y los demás no han tenido en cuenta una sola disposición del gobierno como si se mandaran solos.
Nunca bajaron las tasas, tampoco dejaron de cobrar las transacciones. No he mencionado el nivel de escolaridad de quienes habitan estas zonas por falta de oportunidades escuelas o caminos que agrava más la situación teniendo en cuenta los requisitos exigidos por las entidades bancarias que para ellos serán incomprendidos.
Así las cosas, los pobres estamos mamando como decimos coloquialmente, los operadores y los bancos amamantados, porque ‘mamá estado’ tiene demasiada leche y todos quieren mamar.
Referencia del presidente del salvador.
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