Sin lugar a dudas, de las cosas más amargas que he probado es el Metronidazol, sin embargo, se puede convivir con él.
De igual forma, en nuestra vida diaria nos podemos tropezar, dialogar o incluso vivir con gente tan amarga como un Metronidazol.
Y el problema no es cómo sea la otra persona, el problema es que, a veces, la amargura de los demás me afecta a mí, como dice mi madre ¡Hay gente que sabe cómo dañarte el día!
La amargura es aquella actitud brusca, desagradable, dura, severa o resentida en una situación determinada. Produce palabras ásperas y comentarios desagradables.
Lo primero que debemos aprender es a blindarnos de las actitudes negativas de los demás.
Cuando una persona se acerca con groserías la mejor manera de desarmar esa actitud es tener la mente fresca y saber muy bien de qué manera contestar.
Es importante responder con argumentos claros (por lo menos uno o dos argumentos) y no se te olvide responder con calma, sin alterar tu genio ni tu vocabulario, las sagradas escrituras dicen respecto al tema:
Proverbios 15:1) La respuesta amable calma el enojo, pero la agresiva echa leña al fuego.
Lo que quiere decir que, respondiendo igualmente con groserías el problema aumenta mucho más y al final de cuentas no se lograra llegar a ninguna conclusión clara, terminando todos ofendidos, sino pregúntele a los analistas políticos en qué quedó el debate entre Trump y Biden.
La respuesta es: ¡en nada! ¿Por qué? Tal vez por entrar en el “Dime, que yo te diré”, ojalá alguien les dé el consejo para la próxima.
Sin lugar a dudas en el área laboral hay distintas clases de jefes, algunos son muy calmados y tienen un liderazgo lleno de valores humanos, pero, no hay que negar que algunos jefes no poseen características tan positivas.
Ciertamente hay días en el trabajo que son complicados, precisamente por el mal genio del jefe.
Y es tan serio este asunto que las leyes han hecho un énfasis importante en el acoso laboral y el abuso autoridad.
Sin embargo, hay que centrarnos en hacer nuestro trabajo lo mejor que podamos y seguir las sugerencias de la gente que está al mando, sujetándonos a nuestras funciones laborales, ¡Esto agrada a Dios!
En la antigüedad la mayoría de los trabajadores eran esclavos, y para ellos había una recomendación bíblica que, si bien no aplica en la actualidad para la esclavitud, sí aplica para los empleados.
(1 Pedro 2:18) Criados, sométanse con todo respeto a sus amos, no sólo a los buenos y comprensivos sino también a los insoportables.
A veces, la presión laboral es por la necesidad de alcanzar resultados, y una de las formas más utilizadas para lograr objetivos a nivel empresarial es la agresión, la poca sensibilización por las necesidades humanas, donde lo único que importa son los resultados, es este punto la amargura de los jefes brota espontáneamente, esto se presenta sobre todo a finales de mes o cuando un proyecto esta por culminar.
Los empleados se llenan de trabajo, y hasta en casa se labora sin ninguna remuneración, solo por los objetivos y la presión, robándole el tiempo a nuestra familia o incluso nuestro propio tiempo de descanso.
En este punto se necesita mucha sabiduría para manejar la situación, para que no te sientas entre la espada y pared “Entre la familia y el trabajo”.
Es importante recordar, que por la amargura de nuestros jefes no podemos sacrificar nuestra paz, pero también hay que reconocer que sin empleo nuestra familia se vería perjudicada, por eso hay que ser equilibrado y adaptarnos a la situación.
De ahí la importancia de seguirnos capacitando laboralmente y aspirar a ascensos para darle mejores posibilidades de tiempo a nuestros seres queridos.
Por otro los psicólogos afirman que la persona amargada en ocasiones intenta hacerte sentir mal para poderse sentirse bien. ¡No le des esa satisfacción!
Hay una cualidad que puedes poner a trabajar en tu vida para no dejarte influenciar del mal humor de los demás. Te presento a la Mansedumbre.
Según algunos diccionarios la mansedumbre es aquella serenidad de espíritu pacífica y humilde, en virtud de la cual el hombre no se deja arrebatar fácilmente de la cólera con motivo de las faltas o el enojo de los demás. El sabio decía:
(Proverbios 16:32) Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte; Y el que se enseñorea de su espíritu, que el que toma una ciudad.
Es algo parecido al autocontrol, pero es una cualidad que se aplica para todas las ocasiones donde haya un ataque verbal o personal sobre ti: Una indirecta, una sátira, una burla, un grito, etc.
Lo importante de todo esto es que puedas ser feliz, aunque la gente que te rodea te quiera robar la felicidad que Dios te da.
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