La increíble historia de las Kumaris
En muchas tradiciones religiosas las diosas existen solamente en el reino espiritual y se representan en estatuas e íconos. Pero en Nepal viven y respiran, y toman la forma de niñas, a las que se conoce como kumari (niña virgen).
Durante siglos los hindúes y los budistas de todo el valle de Katmandú han adorado a estas jóvenes a las que creen poseídas por la diosa hindú Taleju.
“Para que una niña se convierta en diosa necesita ser perfecta y tener un corazón y un alma puros”.
La perfección y la pureza del alma y del corazón son algunos de los requisitos fundamentales para convertirse en una deidad viviente, explicó en su momento una de las kumari, Chanira Bajracharya, quien fue nombrada kumari a los cinco años y lo fue hasta que cumplió 15.
La Kumari tiene que seguir unas reglas como no salir de casa. Durante los festivales es sacada en brazos y debe vestir una túnica roja”
Al ser seleccionadas a una edad muy temprana, ser una kumari no es una tarea fácil. No se les deja asistir a la escuela, sólo se les permite comunicarse con unos pocos selectos, y tampoco tienen permiso para caminar por el suelo fuera del templo de adoración donde reside.
Asimismo, se espera que permanezcan quietas durante largas horas mientras dan su bendición a miles de visitantes durante los festivales.
Por todo lo anterior, ONG alrededor del mundo han alzado su voz ante esta nociva práctica, la cual consideran un abuso infantil hacia las pequeñas, las cuales son tratadas (más que como diosas) como objetos inamovibles e inexpresivos, lo cual va en contra de todo lo que significa ser un niño.