Cerro Matoso y la UPB se unen en la formación de veedores ambientales comunitarios
Montelíbano. Con un proceso de formación intensivo realizado entre Cerro Matoso y la Universidad Pontificia Bolivariana (UPB), 16 técnicos en Manejo Ambiental se están capacitando en Monitoreo Ambiental Participativo. Ellos pertenecen a los cabildos indígenas de Punta Verde y Medio Rancho, El Redentor de Marañonal, El Almendro y al Consejo Afro de Medio Rancho (en formación), comunidades vecinas al proyecto de Queresas y Porvenir, en Planeta Rica.
Con este diplomado, que se extenderá hasta enero de 2022, los participantes continúan fortaleciendo sus habilidades para ejercer veeduría y promotoría ambiental en sus comunidades.
Estos programas de formación están alineados con la apuesta de Cerro Matoso por promover la participación de las comunidades vecinas en la gestión ambiental de la empresa en donde se involucran como veedores de los monitoreos de aire, agua y biodiversidad, y otras personas en labores de siembra y mantenimiento. Estas capacitaciones hacen parte también de los acuerdos de consulta previa y de inversión voluntaria entre las comunidades y Cerro Matoso.
“Con esta formación, los veedores ambientales comunitarios de Planeta Rica tienen la posibilidad de fortalecer sus conocimientos y participar de una manera más efectiva en la veeduría a los programas de Cerro Matoso. Además, y más importante aún, adquieren las herramientas y fortalecen sus capacidades para realizar veeduría a cualquier otro proyecto con incidencia en su territorio”, explicó Joyce Nessin, gerente de Asuntos Corporativos de Cerro Matoso.
Cerro Matoso viene trabajando en el componente de educación ambiental con las comunidades vecinas a su operación desde el año 2015; fecha en la cual se lanzó este programa con 30 técnicos, miembros de las comunidades étnicas y campesinas del área de influencia de la operación, capacitados para gestionar el ambiente, participar como veedores en los procesos de monitoreo y también como promotores ambientales. Actualmente más de 360 personas de comunidades indígenas, afro y campesinas, se desempeñan como veedores, promotores, viveristas o encargados de siembras, siendo parte de esta gestión ambiental participativa, pionera y referente el sector minero-industrial colombiano.