María Corina y su travesía hacia la libertad

Por: Jairo Aníbal Doria
El Premio Nobel de la Paz entregado hoy a María Corina Machado, se convirtió en un acontecimiento que trasciende la política venezolana: un relato de resistencia, clandestinidad y esperanza que conmovió a Europa y reabrió el debate sobre la democracia en América Latina.
Mientras su hija, Ana Corina Sosa Machado, recibía el galardón en su nombre en el Ayuntamiento de Oslo, la líder opositora emprendía una travesía incierta desde Venezuela, huyendo por mar hacia Curazao y luego intentando llegar a Noruega por rutas seguras.

El Comité Noruego confirmó que Machado está a salvo y que su arribo a Oslo, podría darse en las próximas horas.
No hubo presencia física, pero sí una voz: su mensaje leído ante el mundo, invocó la libertad “como acto de perseverancia y no de revancha”.
Desde hace más de un año, Machado vive en la clandestinidad, sin pasaporte y bajo prohibición de salida del país.
Su aparición en la lista de nominados ya había generado tensiones entre Caracas y la diplomacia europea, pero el anuncio del premio desató una crisis narrativa:

¿cómo entregarle el Nobel a alguien que no podía salir de su país?
La respuesta llegó en forma de travesía.
Fuentes internacionales —Bloomberg, Reuters, The Guardian— confirmaron que la dirigente partió en barco hacia Curazao, burlando la vigilancia estatal.
El viaje se vio afectado por el clima y complicaciones logísticas, pero simbolizó la dimensión real de su lucha: la libertad como riesgo personal, no como consigna.
Mientras en Oslo se escuchaban aplausos, en Venezuela, medios independientes celebraron el premio como “una victoria moral del pueblo venezolano”.
En contraste, voceros del chavismo calificaron la decisión del Comité Nobel como “una provocación imperial”.
La fractura es evidente: unos ven el Nobel como un mensaje de esperanza y otros lo interpretan como una maniobra política.
Sin embargo, incluso entre los detractores, hay un reconocimiento tácito al impacto: el mundo volvió a mirar a Venezuela.

La distinción a María Corina Machado no solo la reivindica como figura política, sino como símbolo universal de resistencia civil.
Su discurso —leído por su hija— recordó que “democracia significa estar dispuestos a luchar por la libertad, aun cuando el costo sea el exilio o el silencio”.
El Comité Noruego, defendió su decisión afirmando que la líder venezolana encarna “una valentía cívica comparable con las grandes luchas por los derechos humanos del siglo XXI”.
El Nobel 2025 se entregó en una dimensión alterna: Entre un barco que zarpó de la costa venezolana y una voz que resonó en Oslo.
El mundo presenció cómo la fe en la democracia, puede navegar incluso bajo tormenta.
María Corina Machado aún no ha llegado, pero el mensaje ya lo hizo: la libertad, cuando se persigue con dignidad, siempre encuentra buen puerto.




