El Pulmón de Oro sigue en pie, con voz plena y alma encendida

Poncho Zuleta desmiente su retiro, renueva fechas junto a Cocha Molina y confirma, en vísperas de navidad, que la voz potente del vallenato clásico, sigue tan viva como su leyenda.
Por: Jairo Aníbal Doria

En medio del aire festivo de inicios de diciembre, Poncho Zuleta volvió a ocupar titulares.
Durante un concierto en La Guajira, el juglar pronunció unas palabras que estremecieron a su público: “Desde el cielo seguiré cantando, se me acabó el tiempo”.
Bastaron unos segundos para que la frase se expandiera como pólvora en redes sociales y portales de noticias, interpretada como un adiós.
Pero el propio Poncho, fiel a su estilo directo y sin artificios, se encargó de poner las cosas en su lugar: “No me voy ni me quiero ir”.
Con esa declaración, disipó rumores y confirmó lo que su público ya intuía: el Pulmón de Oro sigue en pie, con voz plena y alma encendida.
Lejos de las despedidas, el artista mantiene un calendario activo de conciertos junto al también inmortal Cocha Molina, símbolo de la vieja escuela que aún sostiene la raíz del vallenato tradicional.
En cada presentación, el público comprueba que el tiempo no le ha robado ni su fuerza vocal ni su carisma.



Su figura —siempre rodeada de admiración, belleza y juventud— conserva la energía de quien nunca se creyó leyenda pero lo es y lo será en el universo vallenato.
Su caso recuerda a otros grandes que jugaron con la idea del retiro sin concretarlo: Vicente Fernández, Julio Iglesias, Raphael… artistas que comprendieron que el arte no se abandona, se habita hasta el último aliento.
Muchos consideran a Kbeto Zuleta el heredero natural del linaje musical que su padre sembró.
Kbeto, sin buscar ocupar su lugar ni vivir a su sombra, ha sabido abrirse camino con un estilo que conserva el acento y la potencia de la voz paterna, pero con una sensibilidad propia.
Su timbre evoca inevitablemente al de Poncho, y esa cercanía sonora —más que una coincidencia genética— parece un gesto del destino: la continuidad de una estirpe que no se repite, sino que evoluciona.

Kbeto no acompaña a su padre; lo sucede, sin disputarle la leyenda, honrando el vallenato clásico desde una generación que aún lo siente suyo.
Poncho pertenece a esa estirpe de intérpretes que no conciben la vida lejos del aplauso, la tarima o el acordeón.
En tiempos de brincos y “salchipapas”, Tomás Alfonso Zuleta Díaz, encarna algo más que nostalgia: la certeza de que el vallenato “grueso” y auténtico sigue vivo y cada vez, sueña mejor.
Su canto, envejecido solo en el almanaque, sigue siendo brújula emocional de un Caribe que se reconoce en su voz.
Poncho sigue invicto, vital y eterno.




