Relaciones Toxicas: ‘Internet, Amigos y Acoso’
¿Qué son las relaciones toxicas? todas las relaciones humanas en las que existe algún tipo de violencia.
En un artículo de revisión de la Doctora Sandra Racionero, publicado en la Revista de Fomento Social (2018), se relata una historia real sobre una joven estudiante canadiense de 15 años llamada Amanda Todd, que acabó por quitarse la vida después de una campaña en internet de acoso sexual y ‘bullying’ que duró tres años.
Después de interaccionar ‘online’ con un hombre, éste le pidió imágenes íntimas. Aunque dudó y no le gustaba, finalmente Amanda le envío una. Sin el permiso de la joven, ese hombre difundió la foto en Facebook, concretamente entre los compañeros y compañeras de Amanda.
Cuando ella llegó al instituto, fue consciente de lo que ocurría, pero no porque sus amigas y amigos le explicaran lo sucedido y se pusieran de su lado, sino, porque la empezaron a acosar insultándola sin límite.
Esos mismos iguales se sumaron a la campaña de acoso por las redes sociales. A pesar de los intentos de la familia por proteger a Amanda, incluido el cambiar de lugar de vivienda, el acosador la perseguía y proseguía el acoso.
Ante la violencia de sus iguales y la falta de apoyo de otras personas adultas, Amanda acabó pidiendo ayuda a la ciudadanía mundial, subiendo vídeos en Youtube donde explicaba lo que le ocurría en busca de solidaridad: “No tengo a nadie. Necesito a alguien”, decía en sus últimos mensajes en internet.
Suplicaba amistad. La violencia que recibía, unida a la falta de respuesta social hizo que la situación fuera insoportable psicológicamente. Al poco tiempo, Amanda se suicidó.
Este caso conmocionó al mundo, tuvo mucho impacto en los medios y alertó del tipo de problemas de las y los adolescentes en nuestra sociedad actual y que merecen pasar a primer plano en las agendas de investigación de las y los psicólogos.
El panorama es estremecedor. Las estadísticas indican que el número de víctimas de violencia virtual y presencial crece a una velocidad de vértigo en todo el mundo.
En Europa, en el 2011, un 6% de infancia europea de entre 9 y 16 años sufrieron acoso ‘online, y un 3% lo ejercieron.
En el 2010, un 7% de niñas y niños de entre 11 y 16 años fueron ciberacosados, mientras que en el 2014 esa cifra ascendió al 12%. Y, hay víctimas porque hay agresores, también en la infancia y en la adolescencia.
El análisis internacional de UNICEF (2014) Hidden in plain sight indicó que en la mayoría de los países, más de un 30% de adolescentes de entre 11 y 15 años encuestados admitieron haber ejercido ‘bullying’ en el centro educativo en los últimos dos meses. Ante esta realidad, la preocupación de organismos internacionales sobre el aumento de la violencia entre las personas jóvenes es creciente.
Pero existe una violencia que nos resulta cada día más alarmante no solo por la celeridad de su aumento sino también por el descenso en la edad de las víctimas.
En un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS, WHO) se mostraba que la violencia de género era ya en el 2010 la principal causa de muerte entre las mujeres de entre 15 y 44 años en todo el mundo, por delante de la suma de las muertes provocadas por el cáncer, los accidentes de tráfico y las guerras.
La violencia de género es un problema de salud global de proporciones epidémicas. Superando algunas falsas ideas, las evidencias indican que esta violencia se encuentra en todas las clases sociales y culturas, y en todo tipo de relaciones afectivo–sexuales, sean estables o esporádicas, siendo especialmente relevantes el segundo tipo en el caso de la adolescencia y las primeras experiencias íntimas.
A nivel internacional, el 30% de mujeres entre 15 y 19 años sufren o han sufrido violencia en sus relaciones afectivo–sexuales (WHO, 2015) y 1 de cada 3 adolescentes de 15 años de edad ha sufrido violencia física o sexual (EUROPEAN UNION AGENCY FOR FUNDAMENTAL RIGHTS – FRA, 2014).
El acoso sexual no algo nuevo, en la biblia se registran algunos acontecimientos similares (2 Samuel 13:1-22) La historia de Tamar es un claro ejemplo de un acto de violencia sexual premeditado.
Ocurrió en la casa de David. La persona responsable es Amnón, su medio hermano lleno de lujuria hacia ella. Él admite su pasión por ella y le aconsejan montar una escena que le hiciera más fácil tener acceso a su media hermana.
La violencia sexual de la que ella fue objeto tuvo un grave efecto en ella, y rasgó su túnica y se cubrió de ceniza como símbolo de su aflicción por haber sido violada.
Esta historia es un poderoso recordatorio de que la violencia sexual provoca dolor y sufrimiento profundos, y que es una afrenta a Dios. Y es también un abuso de los derechos humanos. Debemos denunciarla y mantenernos firmes, orar a Dios pidiendo justicia y restauración de las relaciones destruidas.
Este documento es el abre bocas para una serie de opiniones que nos ayudaran a escoger mejor nuestros amigos, a rodearnos de gente que nos ayude a creer, gente que no te oprima y mucho menos te destruya. ¡Dios quiere lo mejor para ti!
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