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A propósito de… El viacrucis de un litigante

‘Viacrucis; literalmente ‘camino de la cruz’. … calvario (e‖ camino señalado con cruces o altares )’

Con todo respeto para con esa celebración católica, pero acudiendo a la simbología, se hace necesario relacionar el sufrimiento de Jesucristo en ese camino tortuoso y lleno de angustia con la actividad del abogado litigante, en casos muy excepcionales, pero más común de lo que parece, en su trajinar profesional.

Hay una referencia popular que dice que el abogado debe enfrentar varios frentes, contra su contraparte, contra el juez para que pueda entender sus pretensiones de defensa y la otra con su cliente que una vez culmina su labor y se obtiene un resultado favorable se niega o se hace el difícil para cancelar los honorarios profesionales ganados en buena lid.

Igualmente se conoce que el cliente en su problema judicial es uno y otro cuando se le soluciona. Me dicen los colegas penalistas que “el pájaro debe cantar dentro de la jaula”, lastimosa verdad.

Aclaro, que esas situaciones se dan de manera excepcional, pero quizás, según cuentan, de que se dan se dan.

No importa la existencia de un contrato de prestación de servicios profesionales, para acudir a la vía judicial para hacer valer los derechos por cuánto sería otro vía crucis dentro del entramado de la justicia que no valdría la pena enfrentar por sanidad mental. Y lo dice un abogado…

Todo empieza cuando el potencial cliente que llega por referencia de un conocido desesperado ante una situación personal que, a todas luces, es injusta y se obtiene un éxito, que muchas veces se desvaloriza el actuar profesional porque “eso se debía dar””, olvidando el principio de “dame los hechos y te daré el derecho”.

Muy pocas veces, se logra un mejor reconocimiento por parte del cliente.

Empieza el trabajo profesional con cliente a bordo, quien se vuelve un asiduo visitante de todos los días indagando, opinando ( con todo su derecho) sobre su caso.

Dentro del procedimiento legal hay que cumplir los términos procesales que están predeterminados pero que no se cumplen de manera estricta a causa de los múltiples problemas estructurales que tiene la administración de justicia.

Después de varios meses, se obtiene un resultado que sería favorable para el cliente y satisfactorio para el abogado dentro de su ego profesional.

Entraríamos a la ultima estación de ese recorrido procesal y personal. El pago de los justos honorarios!! Ahora con una sentencia a su favor, se olvida y se ausenta para evitar el pago acordado y reconocido.

Ésta retrospectiva es genérica por cuanto a cada uno de los abogados litigantes más de una vez les sucede, me lo dice *Candelaria.

Es importante hacer notar que no todo es malo en el ejercicio profesional, existen situaciones que nos llenan de orgullo y satisfacciones aunque la justicia no nos de la razón, puesto se trabajó con seriedad, honestidad y profesionalismo.

Me cuenta Euripides que a Candelaria le pasó, como a muchos de nuestros colegas, pero ella sigue teniendo fe en su ejercicio profesional como abogada y le comentó que: “en la vida profesional de los abogados uno tiene alegrías y decepciones”, hasta razón tiene Candelaria.

“Los abogados no debemos olvidar que los grandes casos que hoy no tenemos, nunca vendrán, sin los pequeños, que sí tenemos descuidados”. Óscar Fernández León, Abogado Sevillano.

Nota al margen. Cada abogado lleva esa cruz en el hombro.

Ab utraque parte – De una parte y de la otra, de ambas partes.


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