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Disciplina con Amor

Estamos en una nueva era cumpliendo diferentes roles, en el afán de la cotidianidad, en el ir y venir de tareas y responsabilidades por cumplir, estamos cubiertos de modernidad y avances tecnológicos que nos permiten comunicación rápida y romper distancias.

Pero es hoy por hoy que ese rol de Padre o madre de familia, hermano (a), abuela (o), tía (o), tutor o responsable de la crianza de una persona que requiere de orientación y formación ante la vida.

No tenemos una escuela, Universidad o cursos intensivos para salir siendo padres perfectos, hijos (as), hermanos (as), abuelas (os) o tutores perfectos. Ni mucho menos un manual de instrucciones que te deé cada indicación a realizar. Es la vida misma, en su esencia basada en la cultura, las costumbres, valores, hábitos los que permite construir o formar bases sólidas como personas y así llevar a la interacción con el otro.

Es en los roles que tenemos iniciando por ser, seres humanos que impactan significativamente en el diario vivir. Recuerda que tú y yo estamos invitados a vivir en el amor ese que requiere de disciplina, límites, respeto, paciencia, solidaridad y ante todo tenacidad.

Y no se trata de vivir en una falsa telenovela romántica para que los demás vean en mi la perfección que no me hace feliz, es sencillamente ir caminando de la mano de quienes te rodean y te han permitido estar, crecer y ser.

Por eso la tarea no es fácil por eso la Disciplina del amor antes quizás no denominada de esta manera pero que no nace de ahora, sino que nace de con los ancestros que aprendieron a convivir, y a sobrevivir, andar entre el descubrimiento, el error, el acierto, a pruebas de cómo mantener las relaciones, la comunicación, lo que nos identifica y nos hace familia eso sentimientos y emociones que solo podemos dar a conocer más que con palabras, con hechos.

La disciplina es una forma de amor y es necesaria en la vida para poder alcanzar metas. Los niños que son criados de esta forma aprenden a ser tolerantes a la frustración, desarrollan fortaleza de carácter y la capacidad de ser independientes y seguros de sí mismos. Disciplina no significa castigo, es “enseñar”.

Porque actualmente se cree que amar a los hijos es darle todo lo material “que yo no obtuve”, es el comunismo excesivo de tener lo que está de moda, ser validados por los estándares de los estereotipos de la sociedad (revistas, telenovelas, películas, entre las comunidades o grupos).

En otros casos distintos muchas veces se trata de proteger a los hijos no poniendo límites. (Dar órdenes concretas, explicar normas, ser firmes o resaltar lo positivo). Los niños deben aprender que cuando hacen algo incorrecto, habrá consecuencias negativas y de esta forma aprenden a diferenciar entre lo que está bien y lo que está mal.

Es importante estar consciente de que el disciplinar a un hijo no es gritarle o abusar de él físicamente. La disciplina va de la mano con el amor y el respeto. Dicho amor nunca debe ser condicionado por una conducta indeseada. Esto puede crear en el pequeño una profunda inseguridad y un fuerte sentimiento inadecuado.

Las bases de una disciplina con amor está en usar estrategia que ayuden a transmitir ese mensaje con respeto, amor una comunicación asertiva y firmeza, es no dejar pasar comportamientos inadecuados por su agresividad o negatividad, sino es tener otras formas de comunicación balanceadas, que no sean los juicios o la imposición.

Ten en cuenta la edad para colocar límites, cumpla su palabra a lo que prometió, mantenga el equilibrio entre ser autoritario y permisivo, te agotarás para supervisar, pero es necesario, deben existir acuerdos con cada miembro de la familia, evite desautorizarse delante de los niños, tengan como opción los espacios para tener conversaciones sinceras y abiertas, oriente ante los caprichos que desean, no siempre hay que hacer su voluntad, estimule a su hijo (a) cuando logre un objetivo, permítale expresarse, escúchelo activamente y sobre todo dele su espacio en los momentos que sean necesarios.

Sobre todo, sin prejuzgar ni etiquetarlos como malos, sino trabajando en la profundización de las causas reales de los comportamientos inadecuados. Teniendo claro que pedir ayuda o apoyarse de personas idóneas en el tema, es válido y te recordamos que ser padres es de valientes y es con la disciplina del amor que te permitirá vivir en armonía.

Los niños son miembros de la comunidad desde que nacen. Son personas. Deben aprender mediante el ensayo y error a colaborar con su familia y los grupos sociales en los que se integran, sabiendo que son valiosos desde la infancia, sintiéndose valorados y escuchados. Debemos acompañar su crecimiento con firme y amorosa presencia, pero no desde la imposición ni el castigo.

El niño que se valora a sí mismo y confía en su capacidad, puede verse como una persona capaz de mejorar y ofrecer lo mejor de sí mismo a los demás. Y es La disciplina con amor que los hará más conscientes de su valor, es en el hogar donde se manifiesta esa coyuntura de formar con amor y disciplina. Los niños deben reconocer el poder de los padres como un proceso que se construye con una relación amorosa y firme. Esto implica tener claro y decidir qué es lo realmente importante para la familia en la educación de los hijos.

Es necesario replantear que se requiere una inversión importante de tiempo expresada en criterios de calidad y cantidad, lo que permite conocer los hijos y definir una manera particular de disciplinarlos, es un proceso gradual que debe ser enseñado a los niños poco a poco con amor, paciencia y firmeza.

Se un buen padre o madre, acude al sentido común, se un buen ejemplo para ellos no solo con palabras sino con acciones, esfuérzate por conocerlos, cada uno es distinto, trabaja de la mano con ellos, bríndales seguridad porque el mejor regalo que le puede hacer a los hijos es brindarle un camino que lleva a lograr sus sueños, a tener una sana convivencia con los demás, desarrollar habilidades e identificar los potenciales que tienen basado en los valores y actitudes.

Siendo capaz de multiplicar la disciplina y el amor como herramientas para ser mejores personas cada día en cada ámbito o dimensión.

Por: Adriana Roqueme, Trabajadora Social.


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