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Impuesto a bebidas azucaradas, iniciativa para mejorar hábitos de salud

Por Sixto Canabal Flórez*.

Mucha polémica ha causado en varios sectores del país la reforma tributaria propuesta por el gobierno, en donde se grava, entre otras cosas el impuesto a las bebidas azucaradas y alimentos ultra procesados. Debemos empezar por aclarar que los impuestos son generados porque, en la
mayoría de los casos, reducen el consumo de ciertas sustancias que son nocivas para la salud de los consumidores, de esta manera se disminuyen los riesgos de enfermedades causados por dichos alimentos o bebidas. El impuesto a los cigarrillos o al alcohol, por ejemplo, busca que su alza en el precio final merme el consumo de tabaco y licor, así se garantiza que mucha población expuesta a las enfermedades causadas por estos, también disminuya.
Así mismo, el consumo de bebidas azucaradas, néctares, bebidas gaseosas y alimentos ultra procesados produce enfermedades como sobrepeso, obesidad, enfermedades cardiovasculares y en algunos casos diabetes. Esto está llevando a la sociedad mundial a sufrir enfermedades en el amanecer de su adultez. En Colombia el 56 % de la población entre los 18 y 64 años padece de obesidad o sobrepeso, o lo que es lo mismo, 6 de cada 10 personas. Esto en gran medida debido a
hábitos alimenticios inadecuados. De hecho, de acuerdo con la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) y la Unicef, el 60 % de la población adulta no tiene una buena rutina nutritiva de ingesta de alimentos.
No obstante, no solo el país presenta estos números alarmantes. Según la FAO “la obesidad es un problema de salud pública global, pues su prevalencia casi se duplicó entre 1980 y 2008 y América
Latina, donde se registran anualmente 3,6 millones de personas obesas, es una de las regiones más afectadas, de acuerdo con investigaciones sobre el tema”. Y es cierto, de hecho se debe a que la mayoría de la población consumidora de “alimentos basura” y bebidas azucaradas lo hacen de manera constante, puesto que estos productos no son nutritivos ni producen saciedad.
Como ya se ha dicho, estos impuestos buscan que se regule el consumo de alimentos dañinos en la población y, contrario a lo que la mayoría piensa, no afecta directamente a las clases más pobres.
Los hogares de bajos ingresos invierten alrededor del 20% menos en estos alimentos que los hogares más ricos o mejor económicamente. Debido a la enorme brecha de clases que existe en nuestra sociedad, los hogares vulnerables son más proclives a realizar comidas caseras y preparar jugos naturales para sus familias, siendo que es más económico que comprar los alimentos ya procesados.
El márquetin y el consumismo de la contemporaneidad nos ha vuelto perezosos, es más fácil para una mamá comprar un jugo de caja y una fritura a su niño en la merienda del colegio, que preparar un desayuno que proporcione los nutrientes necesarios a su hijo. Lo mediático de la circunstancia y lo acelerado del mundo, nos ha empujado a ser consumidores de comida basura porque el tiempo no alcanza, sin darnos cuenta siquiera, las repercusiones a futuro que ello trae.
Por otra parte, si ahondamos más en el tema, esto beneficiaría al agro y el campesino, una población ignorada desde hace siglos por los gobiernos, al incrementar la demanda de consumo de alimentos naturales y nutritivos; el campesinado común, que vive de su cosecha tendría una mejora sustancial en sus ingresos. Eso sí, queda como tarea pendiente del gobierno regular el costo de los alimentos naturales con economías inclusivas en el campo, para garantizar que sus productos lleguen a las casas de los consumidores a precios razonables.
Por último, dejemos de estigmatizar y viralizar que el IVA a estos productos atentan contra la canasta familiar pues, como ya lo he expuesto, al ser perjudiciales para la salud, no hacen parte de los alimentos básicos y nutritivos que necesitamos en los hogares. Hace años leía un artículo en la revista científica Nature titulado “La tierra sobrepasa sus límites planetarios”, y se buscaba crear conciencia en la humanidad, demostrando que estamos al borde del precipicio, un punto de no retorno en cuanto a cambio climático se refiere, y proponía una alternativa ecológica a la industria, fundamentada en el agro.

Ese mismo flagelo lo encontramos en el consumo frenético de este tipo de alimentos, la humanidad es cada vez más sedentaria y haragana, lo que nos está virando hacia un futuro de personas enfermizas, al punto de no retorno en la salud. Por eso, la invitación es que los ciudadanos hagamos conciencia de nuestros hábitos alimenticios, no pretendo que cortemos de raíz el consumo de estos alimentos porque, ¿a quién no le gusta su fritura con gaseosa al ver películas? O el las fiestas infantiles dile a los niños que le sirves brócoli y ensalada en vez de dulces y golosinas. No es una invitación a la censura total del consumo de estas; no, es a que sepamos que consumiendo un poco menos este tipo de productos, le estaremos haciendo un favor a nuestro organismo en el futuro. No nos centremos pues, en pasiones políticas ni en rivalidades sin sentido, creemos una sociedad de paz, de amor y sobre todo, más saludable a futuro.

*Licenciado en lengua castellana y español y literatura, amante de las letras y la escritura. Actualmente labora como docente de lectura crítica.

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