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Opinión

Cumbres borrascosas

Por Bibiana Cabarcas*

Desde este 6 y hasta el 18 de noviembre se lleva a cabo en Sharm el Sheikh, Egipto, la conferencia de las naciones Unidas sobre el cambio climático, más conocida como COP 27, cuyo lema es “juntos para la implementación”. La última de estas conferencias fue en Glasgow el año pasado y se concluyó que estamos en una “década crítica” en cuanto al cambio climático y destrucción del medio ambiente, por lo que la conferencia de este año debería ser un punto de quiebre para que tomen medidas drásticas para frenarlo y evitar la destrucción medioambiental y la vida del planeta.

Desde el 2015 los líderes mundiales se comprometieron a mantener una temperatura media del planeta por debajo de los dos grados centígrados, también a buscar una transición hacia una economía baja en carbono dando financiaciones y adaptaciones suficientes para lograr este cambio.  En esta cumbre de Egipto se dieron cuenta que, como todo lo que prometen los políticos, estos compromisos no se han cumplido, y que a pesar de los discursos bonitos el planeta agoniza ante la mirada impávida de las grandes economías mundiales que no están dispuestas a “decrecer” para mejorar el cambio climático.

Los más susceptibles a sufrir las consecuencias del cambio climático son los países en desarrollo,  y para ello, los países desarrollados acordaron destinar capitales para la lucha contra el mismo, que supone una mitigación en los daños medioambientales, como si todo se arreglara con la plata, y ya que en efecto, el desarrollo no se puede parar, la contribución económica de países como Francia, Reino Unido, Japón o China no es sino un saludo a la bandera, que solamente creen los globalistas mundiales y los mamertos latinoamericanos que estuvieron muy bien representados con Maduro y Petro, este último faltó a la foto oficial por estar elaborando el “decálogo medioambiental”, eje de su discurso en dicha conferencia, como si al mundo desarrollado y altamente competitivo le importara un bledo lo que Petro piense.

Entre otras tantas del “decálogo petrista” está el de generar un plan de desconexión global de hidrocarburos de manera inmediata, descarbonización del sistema económico que lo domina y recalcó que “ la humanidad debe saber que si la política mundial no supera la crisis climática, se extinguirá”.

Colombia aporta el 0,37% de los gases de efecto invernadero a nivel mundial, actualmente las emisiones mundiales de GEI suman cerca de 41.000 millones de megatoneladas de CO2, no alcanzamos ni el 1% en gases contaminantes, pero, según la lógica petrista y su afán de ser el salvador del mundo, tenemos que dejar de explorar petróleo y gas, depender de Venezuela, que actualmente no abastece ni su consumo interno, y “decrecer” nuestra economía, para salvar al planeta. Lo único que está consiguiendo con su discurso megalómano es reventar la economía colombiana y llevar a cabo su ideario progresista de ver a toda Colombia empobrecida.

*Comunicadora Social. Especialista en gerencia del talento humano y marketing político y Estrategias de Campaña. Cursando maestría en educación. Docente del municipio de Montería en lengua castellana.

 

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