Por Jairo Aníbal Doria.
El Jazz nace en Nueva Orleans, a orillas del Río Misisipi. En un ambiente donde se mezclan culturas, donde se fusionan sonidos y de donde se desprende no sólo un género musical como tal, sino todo un concepto de vida, de mundo.
Nueva Orleans sí que ha sabido explotar su potencial festivo, musical y gastronómico, hasta volverse referente universal de turismo cultural.
Nueva Orleans y Montería, a pesar de estar separadas por miles de kilómetros, comparten un encanto natural y cultural que a la vez, mágicamente coincide con que estén ubicadas a orillas de los ríos Misisipi y Sinú, respectivamente.
Ambas ciudades son centros de desarrollo regional, lo que se entrelaza armoniosamente con la rica escena musical que define su identidad.
Nueva Orleans resuena con los acordes del jazz, impregnando sus calles con una energía contagiosa. Montería encuentra su pulso en el porro, una expresión musical arraigada en la tradición local.
Estos géneros musicales no solo son formas de entretenimiento, sino que también actúan como potentes imanes culturales, atrayendo a visitantes ávidos de sumergirse en la autenticidad sonora de cada lugar.
Tenemos mucho que aprender de ciudades como Nueva Orleans, no cabe duda.
Pero eventos como el Jazz al Río, con el apoyo de la Alcaldía de Montería, generan esperanzas y gran expectativa en una comunidad que clama por más espacios de esparcimiento, entretenimiento y cultura para la gente, en la búsqueda de consolidar a Montería como la ciudad cosmopolita que está llamada a ser.
Monteria y Nueva Orleans, a través de sus ríos serpenteantes y sus melodías distintivas, se erigen como destinos turísticos que celebran la diversidad cultural a través de la música.
Anoche en el Parque Simón Bolívar de Montería, el Jazz Al Río desató sus notas, tejidas entre la brisa caribeña y el alma del blues.
Merece especial referencia Pedro Castilla, quien se ha convertido en el alma creativa y conceptual del jazz en el Sinú y quien acuñó con un talentoso equipo, la significativa expresión “del Misisipi al Sinú”, performance madre de una serie de eventos en los que se despliega talento por doquier.
En tarima, Músicos locales con visión universal. Mencionarlos y describirlos a todos, sería digno de muchas páginas. Es una historia por escribir y contar.
La de anoche, fue una noche de mucha universalidad musical. De fusiones, de conceptos, de influencias de aquí y de allá. De artistas que no sólo interpretan, sino que a partir del estudio profundo de ritmos e instrumentos, de la comparación y de la diferenciación, se han atrevido a crear, a proponer.
Pedro Castilla, presentó “Sinú Power”, con un discurso musical, pedagógico y analítico que combina las raíces locales con la sinfonía universal del jazz.
Bajo la batuta maestra de Julio Castillo, el “Sinú Sax Quartet” alzó sus melodías, reclamando no solo aplausos, sino un teatro municipal, un rincón para el arte que Montería anhela.
El maestro, homenajeado sin formalidades, recibió reverencia de las agrupaciones locales.
David Meneses y Jerson Zumaqué.
Castillo es un maestro de maestros y muchos de los presentes (si no todos), han pasado por sus manos y son sus alumnos de la academia y de la vida musical.
Julio Castillo sigue erigiéndose como un ícono en la escena musical local, nacional e internacional.
Sergio y su Kuadra, descendientes musicales de la célebre Franja Orquesta, convocaron al baile con porros y cumbias, destilando una esencia que bien podría trascender las fronteras, proyectándose en el horizonte del 2024.
Muy al estilo del dominicano Chichi Peralta, Sergio Suárez ha construido por 20 años un producto musical serio, de talla internacional.
En tarima, se refugia en la percusión desde donde produce, orienta y define todo, dirigiendo una verdadera “Fania” con lo mejor del talento local en su género.
Julio Castillo y Sergio Suárez
Nicolás Delgado Quartet, trotamundos sonoro entre Barcelona, Bogotá, Múnich o Montería, compartió su viaje musical, destacando en la sinfonía del jazz y dejando eco de su éxito literario en Amazon.
Desde las calles empedradas de Cartagena, “Charanga Joven” cerró el telón, con un repertorio que hace homenaje a las leyendas de la salsa y que propone modernizar formas y estilos.
Todo un “showman” el violinista Daniel Vega. Por algo es Congo de Oro 2023, como mejor instrumentista.
Surgida en la maraña pandémica, este grupo se erige como joven embajador caribeño, llevando su impecable presentación, más allá de fronteras.
Jerson Rivera Zumaqué, vástago de una estirpe artística: “Los Zumaqué”, fue ovacionado por su ecléctica fusión, el porro-jazz-pop, acariciando las fronteras de la innovación.
Con el apoyo irrestricto de Carlos Ordosgoitia, la administración municipal alzó su copa en el Jazz Al Río, no solo como un evento, sino como el preludio de futuros festivales.
Hugo Kerguelén, heredero de este legado, tiene la batuta para dirigir la sinfonía de apoyo a los artistas locales hacia un futuro armonioso.
Seguimos macaneando!