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¿Por qué en las ciudades la temperatura y la sensación de calor va en aumento?

Redacción. Este año los habitantes de las ciudades de la Costa han sentido que las ciudades se sienten más calientes y para el caso de Montería, se han tenido días en que la sensación térmica supera los 45° centígrados.

Sobre el tema, Cristian Julian Díaz Álvarez, decano nacional de Ingeniería y Ciencias Básicas de Fundación Universitaria del Área Andina habló al respecto.

Explicó que las ciudades son máquinas térmicas complejas, que diariamente consumen grandes cantidades de combustibles fósiles (gasolina, diésel, gas natural, propano y carbón, entre otros) en el orden de magnitud de miles de toneladas; así mismo, gastan energía eléctrica que lleva al límite el Sistema Interconectado Nacional.

Estos consumos no sólo afectan la calidad del aire por las emisiones generadas, sino que también liberan una gran cantidad de energía no útil que calienta el aire superficial urbano; generando un fenómeno urbano llamado “isla de calor”, el cual provoca una diferencia promedio de dos grados centígrados con las áreas rurales. Ratificando, de esta manera, que ¡el campo siempre es más fresco!

Este fenómeno es imperceptible en las ciudades de “tierra caliente”, ya que la sensación térmica es atribuida principalmente a la humedad relativa y la radiación solar: entre más humedad (agua) en el aire y mayor incidencia de rayos solares directos, mayor sensación de calor habrá.

“Pero el aumento real de la temperatura en ciudades como Valledupar, Barranquilla, Cartagena, Sincelejo, Montería, etc., paradójicamente obedece al esfuerzo por enfriarlas”, señaló Díaz Álvarez.

Para explicar esta realidad hizo un sencillo ejercicio matemático sobre el enfriamiento en un hogar, una oficina, local comercial o industrial.

“Cuando, como usuarios, accionamos un aire acondicionado para llevar la temperatura de un espacio confinado a 20°C, debido a que ‘hace mucho calor’ en virtud de una temperatura ambiente de 35°C, el equipo de aire acondicionado retira 15°C de temperatura del recinto y los entrega al exterior, a un alto costo energético (x-y = z; 35°C – 20°C = 15°C)”, aseguró.

Estos 15° C de adicionales lógicamente aumentan la temperatura del aire del ambiente urbano, llevándolo a una cifra teórica que puede oscilar entre los 45°C y 50°C en el punto de descarga del equipo de refrigeración (considerando el escenario mínimo: 35°C + 10°C= 45°C). “Es decir, para enfriar un recinto impajaritablemente calentamos nuestro entorno inmediato. ¡Esto ocurre todos los días en la ciudad!”, afirmó el experto.

Es el mismo fenómeno que ocurre en las neveras y refrigeradores: el interior es frío, pero la parte trasera del equipo está caliente.

Ante esta realidad urbana, la inserción de la naturaleza en la ciudad es necesaria, con refrigerantes naturales como los cuerpos de agua, árboles y techos verdes.

Por la anterior, según Díaz Álvarez también es necesario volver a la arquitectura bioclimática, que reduzca los consumos de energía y evite el uso de aires acondicionados… Al final, se requiere un cambio cultural y la inevitable adaptación, ya que la variabilidad y el cambio climático generarán días más cálidos.

Estas sumas y restas ratifican el sentir del habitante urbano de vieja data: que, en confort térmico, el tiempo pasado si fue mejor.


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