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El presidente colombiano que se negó a entregar el mando a su sucesor

En 1898, fue presidente de Colombia durante nueve horas Rafael Pinto Valderrama. Lo hizo para complacer la pataleta del mandatario Miguel Antonio Caro de renunciar 24 horas antes de cerrar su mandato, para no entregarle el mando a su sucesor.

El anuncio del presidente Donald Trump de que no va a asistir a la posesión de su sucesor Joe Biden el próximo 20 de enero, rompiendo una tradición centenaria en Estados Unidos, trae a la memoria colombiana la historia de un presidente que prefirió renunciar a su mandato 24 horas antes de terminarlo, con el único propósito de evitarse la incomodidad de entregarle el poder a su sucesor, movido por la enemistad y el encono que le causaba el ascendido al primer mandatario.

El protagonista de esta historia fue el expresidente conservador Miguel Antonio Caro, el mismo que redactó la constitución de 1886 que duró vigente en Colombia 105 años. Un singular mandatario que gobernó con mano de hierro y censura de prensa entre 1892 y 1898 y que, al enterarse de que debía entregarle el poder a su antagonista personal José Manuel Marroquín, renunció el 6 de agosto de 1898, dando lugar al mandato más breve en la cronología de los presidentes colombianos.

Nueve horas duró como presidente el ciudadano Rafael Pinto Valderrama, que asumió el cargo a la media noche y lo entregó después de las nueve de la mañana del 7 de agosto. Según relata Héctor Echeverri Correa en su obra “Pinceladas y brochazos presidenciales”, con palabras de posesión a bordo, Pinto se despachó con un entonado discurso en el que cerró diciendo: “Es un honor muy significativo y particular que me permitan ocupar la Presidencia de la República, así sea por un lapso tan breve”.

El contexto de su breve mandato está asociado a la antesala de la devastadora guerra de los mil días que ensangrentó a Colombia entre 1899 y 1902. El presidente era Miguel Antonio Caro, primero porque el titular Rafael Núñez no quiso ejercer y se retiró a su casa de El Cabrero en Cartagena; y después porque Núñez se murió y él quedó al frente del barco. Al final de su mandato, como se había inhabilitado para aspirar a la reelección, se dio a la tarea de buscar un sucesor acomodado a su horma.


Fuente: elespectador.com

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